Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I
– 454 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier abreviada , editado en 1914, según la fecha del prólogo, se advierten de estas diferencias 12 . El prólogo de este diccionario, firmado por Saturnino Calleja, justifica la entrada de palabras y acepciones basadas en el uso corriente. Insiste en la necesidad de acoger las voces populares y familiares de ámbito hispano, incluyendo la nómina de indigenismos americanos y asiáticos 13 , porque tienen mejor cabida que muchos extranjerismos europeos, que ni siquiera se adaptan a la pronunciación castellana. Pone en duda la exclusión de palabras anticuadas, aún vigentes en muchas regiones, y defiende la presencia de términos regionales que históricamente han contribuido a la lengua común, de ahí las voces gallegas, asturianas, aragonesas, andaluzas, etc., que muestra en su repertorio lexicográfico. En esta línea comercial se sitúa la edición de un Diccionario castellano de bolsillo , deudor igualmente de este último diccionario manual y de su posterior enciclopedia abreviada. 1. EL DICCIONARIO CASTELLANO DE BOLSILLO (1918) 14 La exigencia de ser útil al público en general es la razón por la que la editorial publica un diccionario de bolsillo, que, a pesar de su reducido tamaño, acoge 12 De esta obra se publican las tres ediciones siguientes: Económica: con más de 600 páginas, más de 6.000 grabados y más de 240 mapas. Corriente: con más de 1900 páginas, más de 8.000 grabados y más de 260 mapas y planos. Lujo: con más de 2.000 páginas, más de 10.000 grabados y más de 260 planos y mapas. (Esta, además de ser la más completa, es la más elegante en su impresión y encuadernación). 13 Aunque, como señalabaAlvar Ezquerra (2007: 213), a finales del siglo XIX la inclusión de voces americanas en los diccionarios resulta habitual y apenas se destaca en los prólogos, en el de nuestro diccionario se indica que será el criterio contrastivo el que defina los americanismos, porque “nos hemos mirado mucho antes de calificar de americanismos palabras que figuran como tales en muchos diccionarios y que son, sin embargo, usuales en muchas regiones de la Península, y que están más vulgarizadas en la lengua castellana general de ella y de América que otras que suelen incluirse como generales y que son particularidades de ciertas localidades” (p. IX). Cabe recordar que, con el Nuevo diccionario de la lengua castellana (1846), V. Salvá completa con más de 26.000 entradas la edición académica (de 1843), muchas de ellas, voces americanas, entre otras, aun señalando la dificultad de su adscripción diatópica (Haensch 1994: 61). Azorín Fernández (2008) señala que Salvá es pionero en la introducción de términos diatópicos y en el método contrastivo que emplea para los americanismos, según sean de uso exclusivo americano o respondan a realidades culturales de América, conocidas también fuera del continente. Su recuento de términos americanos indica la preponderancia de americanismos generales (23,17 %), seguida de la de cubanismos (21,67 %) y mexicanismos (19,97 %), en la lista de 1532 entradas. No extraña la referencia que de V. Salvá se hace en este diccionario de Calleja: ‘Bibliógrafo, librero y editor español’. 14 La edición que manejamos muestra la fecha de 1918, año en el que se constituye la Editorial Calleja S. A., con dos de los hijos mayores del fallecido Saturnino Calleja como gerentes.
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