Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I
– 441 – ElcasodeJuanBecerradelCastilloylaformacióndeunasociedad...•JuanAntonioFrago desde Galicia a tierras vasco-navarras, sin que los peninsulares apenas llegaran al 1 por ciento de la población hispanoamericana (Lucena Salmoral 1988: III, 30, 31), señalándose en informe oficial de finales de esta centuria: Un millón de blancos que se llaman españoles americanos muestran la superioridad sobre los otros cinco millones de indígenas. En estos dos millones de habitantes, digo seis, no abultan casi nada los españoles europeos, que se hacen subir sin razón a setenta y cinco mil hombres 13 . Es en este marco demográfico en el que se produjo la conversión de la diversidad hispánica llevada a América en otra que, sin romper amarras con sus orígenes, adquiere caracteres sociolingüísticos y dialectales propios, tanto en sus rasgos unitarios como en las diferencias conservadas o desarrolladas en distintos territorios del inmenso dominio americano. Se trataba de la nivelación de la diversidad hispánica, que en España mantuvo unas fronteras que en Indias se rompieron al mezclarse gentes procedentes de todas sus regiones, nivelación que tiene el claro precedente de la formación de las modalidades del castellano peninsular y luego del de Canarias. Es evidente que tal nivelación lingüística ocurrió paulatinamente y afectó principalmente a los nacidos de españoles en su nueva tierra (criollos, mestizos, mulatos), y a los indios que fueron españolizándose en la variedad idiomática que no tardaría en ser predominante y luego general. Si desde hace tiempo uso el término criollización , que nada tiene que ver aquí con créoles o pidgins , es porque durante la colonia criollo fue la primera voz que significó ‘de la tierra’ y que pronto encarnó el contraste con chapetón , y porque los movimientos revolucionarios, los ejércitos que combatían a los realistas y sus líderes criollos se sintieron. Otros hablan ahora de mestizaje lingüístico , pero el problema no es de mezcla, salvo la que afectó a las modalidades dialectales peninsulares, sino de que las generaciones nacidas en América, independientemente de caracteres raciales y nacionales, asumieron como propia la nueva, y llamada a ser grande, variedad del español en su seno surgida. 4.3. Si el proceso nivelador llegó a los resultados conocidos es porque el andaluz fue su elemento principal, junto al extremeño y castellano-manchego, el aporte canario no tardaría en llegar, fermento aglutinante, pues, del fonetismo general americano; sin que faltaran afinidades morfológicas de tipo conservador, así el sufijo verbal -ates, -ites ( amates, comites ), popularmente usual en México y otras zonas, como en judeoespañol y hablas andaluzas, el ojalá y mexicano, y de andaluces y castellano-nuevos, o la construcción ya + S + V ( ya Pedro lo hizo ), clásica y luego conservada en bastantes puntos americanos, así como en Andalucía y Canarias (Frago 2012, 2017). 13 BNE, Papeles referentes a hacienda, obras públicas, enseñanza, justicia y comercio de Méjico en los siglos XVIII y XIX, Ms. 3534, ff. 403r-v.
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