Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 435 – ElcasodeJuanBecerradelCastilloylaformacióndeunasociedad...•JuanAntonioFrago Significativo es ver cómo este conquistador se ocupó de la educación de sus hijos, dice que “son de díez y ocho y díez y siete y quinze años”, y, aludiendo a la fábula de Esopo del cuervo y la zorra, laudatoriamente continúa: Sé dezir a v. m., aunque el quervo en una fábula diz que dezía lo mismo, que son mis mochachos de los virtuosos que ay acá, y aun bien dotrinados y buenos latinos, y avríe quien a uno o dos dellos diese mujeres y pueblos de indios, desde luego si se permitiese y allá se me hiziese merced de liçençia para ello. La carta en cuestión demuestra habilidad narrativa y expresividad lingüística de quien la compuso, en consonancia con su aseada relación de los hechos protagonizados por Cortés hasta su triunfo sobre Narváez (Tapia 1950), a la que para el emotivo acto de vasallaje de Moctezuma y sus cortesanos acude Ayala Anguiano (2005: 319). 2.2.2. Casi desde el principio de este texto epistolar surge el problema de los repartimientos, cuando su autor responde a Chaves: “en lo de las hijas de Diego Ocanpo, ellas se casaron y, como el señor virrei les quitó el pueblo de la compañía que tenía con Alonso Valiente, ni su hazienda ni ellas no quedaron muy de codicia”, y alaba la aplicación de las Leyes Nuevas por don Antonio de Mendoza, “el quitar de los esclavos tan bien se a hecho aquí como en Guatimala, y a ydo por tan buena orden que casi no se a mucho sentido”, si bien el resultado de las reformas habidas es que “no ay onbre que tenga indios ni indias en su casa para el servicio ordinario”, aparte de que los naturales “con esto y con las minas andan todos al trato y al granillo de los rreales y no trabajan como solían”. Por lo que la solución “sería dar a logro que su magestad mandase traer cantidades de negros y rrenegase de mala qudicia del tanto por cada liçençia, que con venir muchos esclavos se desqubrirían muchas minas y se ganaríe más que con las liçençias”. Ante Chaves, con quien tenía largo conocimiento, no solo epistolar, se esfuerza Tapia en afianzarlo en su petición de repartimiento y que, de otorgársele, fuera con poder de “dar a uno o dos de mis hijos en mi vida”, o al menos “que lo que yo agora tengo lo pueda dar en mis días”, apelando incluso a la intercesión del influyente Juan de Sámano, “pues es servidor del señor Marqués del Valle, y créolo porque lo fue de su padre”. De hecho, aunque este viejo conquistador según relación de encomenderos de 1554 tenía los pueblos de Tuzapan, Papantla y Tuxpan, como primer tenedor él mismo y como segundo su hijo Cristóbal, el virrey Velasco escribiría al príncipe Felipe pidiéndole ayuda para Tapia, porque sus indios encomendados daban pocos tributos (Sarabia Viejo 1978: 266). 2.2.3. El empeño de Tapia en que la encomienda trascendiera a los herederos, afán que fue de todos los antiguos conquistadores y pobladores, con el argumento de que así dejaría a sus hijos en paz y sabiendo que habían de servir a su rey, y de que de este modo tendrían “quietud”, lo expresa con palabras proféticas en momentos de gran tensión social entre los principales encomenderos, con veleidades centrífugas (GarcíaAbásolo 1983: 12-13) que poco después cuajarían

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