Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 431 – ElcasodeJuanBecerradelCastilloylaformacióndeunasociedad...•JuanAntonioFrago 2.1.3. El extremeño Francisco de Terrazas, padre del primer poeta criollo y sin duda culto, conquistador de los antiguos con ejercicio en cargos públicos y encomienda de indios (v. n. 4), en su carta al rey, de ordenada y precisa argumentación, revela un sentido patrimonial de la tierra nueva que él ayudó a ganar y un conocimiento de la problemática indiana mucho más amplio y crítico que el de Castillo Maldonado, coincidiendo con él en la queja por la carestía del producto europeo, “todo es a peso de oro”, en la referencia al poblamiento de aquellos dominios y en las necesidades de muchos de los españoles que los habitaban, pero trascendiendo de la situación personal al marco social y reivindicativo. Se queja al rey Terrazas por “estas nuevas tristes que acá llegaron”, las Leyes Nuevas, por cuya consecuencia, dice: no halla el ofiçial qué hazer ni el fraile limosna, que todos se encojen porque no ay honbre en la tierra que esté sin debda por los muchos gastos que tengo dicho, y quieren agora ahorrar algo e yrse a morir a sus naturalezas, si sus hijos an de quedarse sin pueblos. Y así se van, que en estos navíos que agora van se van más de seisçientas personas, y, si navíos huviera en que poderse enbarcar, pienso quedaran acá pocos, y todos están con el pie en el estribo para quando otra armada aya. Esgrime, pues, este conquistador el fantasma de la despoblación, porque “no les pesa a los indios que afloxe la gente”, y menos si son de los encomenderos, aludiendo a la sublevación de Jalisco y a que “estos naturales no nos temen sino por respecto de los cavallos, que a los de pie mucha ventaja nos hazen, así por ser ynfinitos como por ser más ligeros”, pues “solo a los de caballo, los que tienen pueblos y renta”, temen y “faltando ellos, se pierde la tierra”, que ya no recuperaría España, idea que se reitera en esta carta. Temía Terrazas, o ese era su argumento dialéctico, un levantamiento general de los indígenas, deseosos de “no verse subjetos a otro señor más que al de su natural, teniendo ellos como antes todo el señorío por bivir a su antojo y no debaxo de la subjeçión de las leyes cristianas”, porque “ya tienen conoçido que somos honbres como ellos y no gente cayda del cielo como al principio pensaron”, y que su triunfo se daría “antes que viniesen navíos con socorro”, siéndoles notorio también que el emperador estaba ocupado en “muchas guerras”. Sus razones para convencer a la Corona de que debía volver al anterior régimen de encomiendas enfatizan el valor del conocimiento de la realidad novohispana, del que “tengo larga experiencia, que a veynte y cinco años que pasé en estas partes en conpañía del Marqués del Valle”, y así pide al rey “que vea por experiencia sus necessidades y no mueva su rreal juizio conforme a tan diversas ynformaciones como a V. M. puedan dar, que tantas son como las ymaginaciones de los que las rrepresentan”, “las ynformaciones de los que a V. M. ynduzen, las quales son aviesas del servicio de Dios y no leales a V. M., de modo que debería informarse “del gobernador”, buen testigo con todos los de acá, “y no de los que no sienten lo que dizen aunque sean de buena opinión,

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