Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 39 – Cadencias conclusivas en la música de la prosa • Eliana Albala Sabemos, por la novela de Carlos Fuentes, que el misterio consiste en colocar la rima en la conclusión de los párrafos. El escritor lo logra finalmente, pero solo después de muchas pruebas queda conforme (esto lo digo también por experiencia propia, antes de conocer el secreto); y esto se debe a que ignora el camino que los músicos tienen –para sí mismos– perfectamente claro. Cortázar, con sus palabras copiadas más arriba, nos dice que siente cuando su cuento va a concluir; lo deja solo para que encuentre su camino, pero no nos devela ningún secreto ni nos dice cuál fue el camino que escogió su cuento. Y no es que sea egoísta y nos esconda el misterio de su clave: es que no lo sabe. Conviene recordar que en la escritura literaria no solo hay conclusión cuando acaba un cuento, un capítulo, o un libro entero. Tomás Navarro Tomás (1974) nos ha explicado también la entonación final de cada frase. Y ahora nos importa –en este ensayo– lo que sucede al final de cada párrafo, en el que colocamos siempre un punto final: nombre que da la RAE al que generalmente llamamos punto aparte cuando no corresponde al que cierra el último párrafo de un texto terminado. Tampoco hay que olvidar el espacio que queda en la línea donde se coloca el punto; espacio que además aumenta con la sangría de la línea siguiente. Podría interpretarse este espacio como un pequeño silencio: los silencios también son signos musicales. Para George Steiner (2013: 39-115), la interpenetración de poiesis y música es tan estrecha que su origen es indivisible. En las formas clásicas de la organización musical hay cierta gramática que tiene analogías y ciertos paralelismos válidos con el proceso del lenguaje. A todo esto nos obliga ortográficamente el punto aparte: no solo al silencio que provoca después de su presencia, afectando al oído, sino también al ojo ante la típica estructura gráfica que la mirada descubre en la forma de cada párrafo. LA BÚSQUEDA ESTILÍSTICA: SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO Aquí me gustaría recordar y reiterar un fenómeno repetido en todos aquellos escritores que han expresado subjetivamente –de manera prácticamente prodigiosa– pulsiones musicales imposibles de eludir; considerándolas aún más importantes que los contenidos concretos de sus obras. Pero que exponen de manera enigmática, incomprensible, poética, misteriosa: no nos dicen el cómo y el porqué se producen, ¿dónde?, ¿cuándo? Precisamente, creo que mi aporte esta vez pretende especificar y definir el producto concreto que buscan inconscientemente todos los grandes escritores. Me refiero a la riqueza del signo con sus dos caras expresivas: el significado y el significante. Términos saussurianos ( Saussure 2012) que se refieren –por una parte– a lo que el signo dice como contenido objetivo y –por otra– a la envoltura sonora en que descansan no solo las palabras orales sino todo el lenguaje humano,

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