Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I
– 308 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier Luego de estas disquisiciones, más o menos tediosas según se las considere, finalmente queda un punto no menor de tratar que, de no ser resuelto adecuadamente, vuelve inútil toda otra cuestión previa. Me refiero a la metodología que permita resolver aquello que Medina llamaba “descifrar las pájinas que parecia imposible leer”. 4. EL TRABAJO PALEOGRÁFICO La paleografía ha sido tradicionalmente considerada una ciencia auxiliar de variadas disciplinas. Así, en relación con el quehacer tradicional de la filología y de las ciencias historiográficas, el recurrir a ella como herramienta esencial de apoyo al trabajo documental ha sido una característica indiscutida en el trabajo investigativo, por un lado, pero también un fundamento en la formación de especialistas en esas áreas. Esta disciplina desde sus inicios ha sido, sobre todo, un poderoso complemento de la historia y, aunque tenga sus objetivos y una metodología específica, ha seguido estrechamente los derroteros de la misma, sobre todo si consideramos que es el primer paso que cualquier estudioso en la materia debe dar si quiere asomarse, por sus propios medios, a la historia cultural de un pueblo 18 . Con el fin de salvaguardar los primeros aspectos en torno a la transcripción del manuscrito, en referencia específica a los textos chilenos coloniales, es que he querido trazar, al menos, una primera ruta por la que podría recorrerse este camino, en consideración de que las dificultades iniciales, precisamente de lectura y decodificación del texto, son las principales causas de la problemática filológica, específicamente en lo que toca al campo de la paleografía. No quiere decir esto que no se necesite la presencia de especialistas o de estudios paleográficos, muy por el contrario, lo que se pretende es esbozar una herramienta metodológica que permita facilitar la inserción de nuevas generaciones de filólogos en el cada vez más complejo ‘arte’ de la lectura y transcripción de textos coloniales, particularmente los de las primeras épocas. En este sentido, es plausible pensar que combinando el conocimiento proporcionado por las disciplinas historiográficas, junto con los avances en el campo de la informática y el modelamiento matemático, específicamente en el 18 En cuanto a la relación de la paleografía con la lingüística, Nuñez (1994: 26) señala que “la escritura es la fijación del lenguaje por medio de unos signos establecidos y, por lo tanto, está íntimamente ligada a los fenómenos que lo rigen. El filólogo necesita de la Paleografía primordialmente para establecer las leyes del desarrollo y del funcionamiento de la lengua. Lo que la palabra es a la Lingüística es la escritura a la Paleografía. Cuando la escritura alcanzó el alfabetismo se convirtió en un sistema cuyos elementos mínimos indescomponibles –letras o grafemas– representan los sonidos simples articulados por la voz del hombre; es decir, los morfemas”.
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