Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I
– 305 – Entre palabras que cuentan historias: apuntes... • Manuel Eduardo Contreras Seitz modo que pudieran verse fielmente los rasgos lingüísticos. La propuesta tenía como objeto cubrir un área hasta entonces dejada de lado, ya que no sólo no existen obras de este tipo, que comprendan las diferentes regiones lingüísticas, sino que para muchas de las regiones en cuestión tampoco existen textos documentales transcriptos literalmente –por realizarse habitualmente transcripciones modernizadas–, y aún en las regiones en que son habituales las transcripciones paleográficas, al tener un objetivo meramente historiográfico, el rigor de la transcripción no está suficientemente cuidado. En la reunión realizada en Bahía Blanca, se acordó, entre otros aspectos, que para cada región se incluirían documentos de los tres siglos en cuestión, y que, en lo posible, se trataría de contar no sólo con documentos oficiales, sino también con documentos de carácter familiar o informal, que permitieran cubrir distintos estilos, aún dentro del canal escrito. (ALFAL, 1993:1-2) En todo caso, aquella opinión tan radical a mi parecer, es morigerada por Rivarola (2009) quien, a raíz de la discusión sobre el tipo de edición y habiendo reflexionado en torno a ello, señala: Así, pues, se podría convenir en el hecho de que el justo medio parece estar, aparte los originales o los facsímiles, en ediciones paleográficas bien cuidadas, con criterios explícitos y claros, que no dejen dudas, o dejen solo pocas respecto de la fidelidad de la transcripción, la cual debe ser transparente y no suscitar dudas en este orden de cosas. Toda edición no facsimilar supone, sin duda, aceptar un elemento de pérdida, pero esta pérdida tiene que estar compensada por la repercusión positiva sobre la fuente que se edita. No suscribo hoy, por tanto, posiciones maximalistas y absolutas que practican y propagan una especie de sacralización del documento original. Si bien lo que no se edita se pierde, en principio, para la investigación, se trata de ver qué se puede suprimir o modificar a cambio de un beneficio mayor. (Rivarola, 2009:11) La incipiente tradición filológica nacional tiene, en todo caso, una muestra importante en la fijación de criterios de edición de textos, cuya partida se lleva a cabo con una magnífica edición del Purén Indómito , por Mario Ferreccio (1984) y que abre la Biblioteca Antigua Chilena 17 , en la que según Kordić (2005:27-28) se han empleado las siguientes normas: 17 En todo caso, la BACh cuenta a su haber, aparte del citado texto de Diego Arias de Saavedra (prólogo y edición crítica de Mario Ferreccio; estudio preliminar de Mario Rodríguez), con las siguientes obras: Relación Autobiográfica . Úrsula Suárez (1984, prólogo y edición crítica de Mario Ferreccio; estudio preliminar de Armando de Ramón); El Ignacio de Cantabria . Pedro de Oña (1992, edición crítica de Mario Ferreccio); La Guerra de Chile . Anónimo (1996, edición crítica de Mario Ferreccio y Raïssa Kordić); Cautiverio Feliz . Francisco Núñez de Pineda y Bascuñán (2001, edición crítica de Mario Ferreccio y Raïssa Kordić); Testamentos coloniales chilenos . AA.VV. (2005, edición crítica a cargo de Raïssa Kordić. Son 62 documentos entre 1593 y 1697); Epistolario de Sor Dolores Peña y Lillo
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