Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 302 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier coinciden, sobre todo al considerar la fonética de palabras extranjeras que deben adaptarse a la escritura, donde nuevamente vemos este intercambio r / l . 3. LA EDICIÓN DE TEXTOS COLONIALES ...como en ellas / oviesen y aconteçiesen cosas dinas de perpetua memoria, vilas no tener / en el grado que se deven tener; y los casos aconteçidos que cada un / día aconteçieran, vilos quedar en el olvido... Jerónimo de Vivar expresa, desde mi punto de vista, lo que podría ser la piedra angular, la meta fundamental en la edición de textos coloniales –y “de época”, por llamarlos de alguna manera– puesto que, como ya recogía M.T. Cicerón: “el cultivo de la memoria es tan necesario como el alimento para el cuerpo”. Cultivar la memoria histórica de los pueblos no sólo permite re-conocer un ‘pasado lejano’, sino situarse en una perspectiva identitaria que nos vuelca hacia comprender de dónde venimos, quiénes somos y hacia dónde vamos. En cuanto a lo colonial se refiere, las variables que han caracterizado a la sociedad chilena –tradicionalmente– han correspondido a las relaciones que establecieron las familias más influyentes, narradas tanto por cronistas e historiadores, como por ellas mismas en diversos testimonios documentales. Asimismo, la “historia pública” se había venido conformando sobre la base de los aspectos oficiales encontrados en Decretos, Reales Cédulas y otra documentación relativa al ejercicio de la administración y el gobierno. Otra parte importante de lo que se ha difundido, no sin justa razón en todo caso, corresponde a obras literarias de cierta envergadura, como lo realizado en las colecciones Biblioteca Antigua Chilena , en la de Escritores Coloniales de Zig-Zag, Biblioteca del Bicentenario de Pehuén o de las Letras del Reino de Chile , de Universitaria, a cargo de Miguel Donoso. Sin embargo, en 2013 ya tenemos un interesante planteamiento de parte de Sagredo y Gazmuri con su Historia de la vida privada de Chile , que nos presenta, sistemática y conscientemente, la esfera en que “el sujeto es un simple desconocido que entra casualmente en relación con otros”. Antecedentes de esto ya teníamos, por ejemplo, en la importante y pionera colección de las Cartas de Mujeres (1630-1885) , de Vergara (1987) –coincidente en año con la primera edición del famoso epistolario de Enrique Otte que publicara el FCE, Cartas privadas de emigrantes a Indias 1540-1616 –; junto con ellas, verán la luz dos compilaciones de testamentos –los Testamentos de “Indios” en Chile Colonial: 1564-1801 (Retamal Ávila, 2000), y los Testamentos Coloniales Chilenos (Kordić, 2005)–, un Libro de Sentencias de la Real Audiencia de Chile 1609-1613 (Retamal Ávila, 2016), un Muy Señor Mío...Un Epistolario de Juan Egaña Risco 1801-1833 (García-Huidobro e Infante, eds., 2016), por mencionar algunas, junto con nuestra propia edición, en 3 volúmenes, de la Memoria Documental en Textos Chilenos

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