Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 266 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier tradición académica, puesto que en la segunda edición del Diccionario, la de 1770, se reduce a “Unir dos mulas o caballos con la correa madrina”, acepción que se ha mantenido hasta el día de hoy (vid. tercera acepción DLE 2014, amadrinar ). A su vez, tenemos que en Terreros ( a 1767) hay un amadrinar por “Domar, amansar caballos y mulas”. En el siglo XIX encontramos que Salvá (1846) toma la acepción académica simplificada a partir de 1770 y adiciona uno de los semas: “para domarlos e instruirlos”. Lo que destacamos aquí son los variados semas ( animal equino, domador, domado, amansar, coche, cuerda ) que implican, en síntesis, la acción de domar un equino. Le sigue, dentro de la tradición lexicográfica diferencial, Muñiz (1937 [1845]), para la Argentina, como amadrinarse “Seguirse mutuamente los caballos de una tropilla y todas a la yegua que les sirve de madrina”. Granada (1889) para la Argentina también, como “Acostumbrar a un caballo a andar en tropilla, siguiendo la yegua madrina”. Desde Europa Zerolo (1895), ya con el valor pronominal, lematiza con la marca América “aquerenciarse los animales”, transición semántica que deriva del acto de domesticarlos, creemos. El diccionario académico en 1899 agrega para Venezuela un “Amansar el ganado por medio de la manada llamada madrina”, madrina , en este caso como “Manada pequeña de ganado manso que sirve para reunir o guiar al bravío”. No es hasta la edición usual de 1925 del diccionario académico que se modifica la acepción con la marca diatópica América meridional : “Acostumbrar al ganado caballar a que vaya en tropilla detrás de la madrina”. La balanza en la codificación, como se ve, pesa más para Hispanoamérica, pues le sigue Echeverría y Reyes (1900) que será el primero para Chile en definir “Acostumbrar a las bestias caballares a andar en tropilla, siguiendo a la yegua madrina”. Román para Chile con el sema ‘cuerda’: “No le reconoce el Dicc. el significado, usado en Chile, en el Perú y en la Argentina, de: acostumbrar al ganado caballar a andar en tropilla siguiendo a la yegua caponera (madrina)” (Román 1901-1908). Garzón (1910), para la Argentina, afirma que la idea de amansar por medio de una cuerda es desconocida en la Argentina; lo que se entiende por amadrinar es la labor del equino manso y domesticador mismo, llamado madrina . Segovia (1911), para la Argentina deriva, en la sección “Americanismos”, directamente para la sección “Estancia y campaña” con el valor que hemos venido entregando para Hispanoamérica, lo mismo Díaz Salazar (1911), también para la Argentina. Alemany (1917), desde Europa, presenta tres acepciones con la marca América , todas relacionadas: “Acostumbrar a un caballo a andar en tropilla, siguiendo a la yegua madrina”, tal y como la que entrega Román; le sigue la que el diccionario académico entregó para Venezuela y una tercera, tal y como la entrega Zerolo, pero para Perú. Interesante es el caso de Rodríguez-Navas (1918) quien, sin marca diatópica alguna, presenta una acepción “Amansar el ganado con otro ya manso”; asimismo, siguiendo a Zerolo, también lematiza un pronominal amadrinarse , sin marca diatópica, como “Unirse, amansarse”. Nos detenemos en Rodríguez-Navas, porque muestra, en el caso de no haber sido una errata, que la voz patrimonial seguía usándose en la Península.

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