Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 243 – Corpus Básico del Español de Chile ©: metodología… • María Natalia Castillo Fadić no en los 2777 originales ni en los 3125 actuales), cumplieron ampliamente con su función protectora y evitaron que este cambio afectara la validez de los procedimientos afectuados con base en la media original (para más detalles, cf. 2.5.1.3) . Vistas las nuevas cifras, para alcanzar las 16.396 palabras que faltaban dividimos este número por la nueva media de palabras por oración redondeada (32), lo que dio un total de 512 oraciones. 3.3. Base de Ensayo En el caso de los ensayos, el porcentaje de libros desechados en la revisión previa a la extracción de oraciones era extremadamente alto, al punto de hacer peligrar la posibilidad de obtener las 100.000 palabras requeridas para ese mundo. Se decidió, entonces, suspender la recolección del corpus de esa base y revisar materialmente cada uno de los libros que formaban parte del universo relativo de Ensayo; nuestra clasificación, basada en la información entregada por la Biblioteca Nacional, debía reconsiderarse. En esta revisión, se constató que, de 1287 libros que la Biblioteca clasificaba como ensayos, poco más de un 10 % era efectivamente utilizable: algunos eran reediciones de otros, que cambiaban su título al cambiar de editorial; otros estaban erróneamente clasificados como ensayos ‒ya sea por la información contenida en el campo materia o/y por la que se desprendía de su clasificación Dewey‒ y correspondían en realidad a conferencias, ponencias, columnas de diarios, etc. En muchos casos, se antologaban artículos publicados previamente en revistas de especialidad, sin que eso estuviera especificado en la información bibliográfica o en los prólogos; muchas veces, tras una revisión prácticamente completa de cada libro, se encontraban notas a pie de página al finalizar algún capítulo que hacían referencia a una escritura anterior al período en estudio o, incluso, a que la obra o parte de ella correspondía a una traducción. Algunos se definían como ensayos, en el sentido de “intentos” de algo, lo que podría explicar su confusa catalogación. Otros eran preferentemente descriptivos o analíticos, por lo que decidimos reclasificarlos como técnicos. Un reducido número fue reclasificado como narrativo, pese a que su Dewey no incluía la clave “863” que cataloga a los libros en español como “Ficción”. Es importante mencionar aquí que la aplicación del sistema de clasificación decimal Dewey no es una ciencia exacta, de modo que está sujeta no solo a las posibles diferencias de criterio de los bibliotecarios, sino también a razones prácticas que exceden las características de cada libro. Por ejemplo, Dewey (1989) distingue Ficción de Historia; si bien, en primer término, se espera que Ficción agrupe textos narrativos que den cuenta de realidades imaginadas y que Historia haga lo propio con aquellos que se refieren a hechos reales, lo cierto es que los relatos que dan cuenta de hechos reales se clasifican de modo diverso según quién sea el autor y cuál sea el contenido de ese relato. Así, un libro escrito por un autor no relevante desde un punto de vista histórico, que narre sucesos personales, será clasificado bajo 863 (Literatura en Español: Ficción), mientras

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