Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I
– 196 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier Creamos inspirados en nuestras intuiciones y vivencias. Al crear, al hablar o escribir, testimoniamos lo que percibimos desde nuestro punto de contacto con el Universo. Todos tenemos un punto de contacto con el Universo. Y el poder de la palabra y el don de la valoración y la creación. Podemos testimoniar lo que experimenta nuestra conciencia a la luz del impacto que las cosas generan en nuestra sensibilidad. Podemos testimoniar nuestra percepción de fenómenos y cosas, si el alma de lo viviente toca nuestro ser con su influjo singular. Podemos testimoniar las irradiaciones provenientes de los efluvios de la Creación, si tenemos desarrollados los circuitos cerebrales de la sensibilidad trascendente para percibir los mensajes de lo Alto con las verdades de muy antiguas esencias. Todos podemos hacer un aporte al pensamiento, al arte y a la ciencia desde nuestra peculiar visión y valoración de fenómenos y cosas, si hay en nosotros el deseo de saber, de crecer intelectual y espiritualmente, de testimoniar lo que intuimos y comprendemos. El deseo de saber es una manifestación del eros platónico , que es la energía espiritual que activa el anhelo de conocer y lograr el crecimiento de la conciencia. El impulso que llamamos Eros no solo es erótico, sino también cognitivo y creativo, ya que entraña un anhelo de conocer, de alcanzar un crecimiento intelectual, de medrar en la vida y testimoniar nuestros conceptos e imágenes de las cosas. El anhelo de conocer engendra el conocimiento, y ese anhelo despierta en el niño la curiosidad por sentirlo todo, conocerlo todo, disfrutarlo todo y entenderlo todo. Y ya se sabe que la curiosidad por el saber desata la sensibilidad, desarrolla la conciencia y activa la vocación creadora. Ante el conocimiento de las cosas nace la curiosidad por la palabra que sirve para conocer y explicar lo que conocemos, y se potencia el conocimiento del mundo y adviene la conciencia lingüística. Con la conciencia de lengua, la curiosidad por el conocimiento y el deseo de creación se activan las células cerebrales, que se cargan con la energía del conocimiento y el aprendizaje del saber. Sobre este aspecto escribió el prestigioso neurólogo dominicano José Silié Ruiz: La curiosidad no solo aumenta las oportunidades de aprender, ella aumenta el aprendizaje en sí mismo. La curiosidad causa que el cerebro cambie de estado y amplifique el aprendizaje; esa condición es la que nos explica por qué estamos interesados en algunas cosas y en otras no. El aprendizaje, pues, es el proceso virtual del cual se asocian cosas, sucesos en el mundo, gracias a lo cual adquirimos nuevos conocimientos. Llamamos memoria al proceso por el que retenemos esos conocimientos a lo largo del tiempo. Los procesos de aprendizaje y memoria cambian el cerebro y la conducta del ser vivo que lo experimenta. En el ser humano estos procesos son fundamentales porque son los que nos permiten transmitir los conocimientos y crean cultura (Silié Ruiz 2019: p. 8A).
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