Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier. Volumen I

– 112 – Estudios en homenaje a Alfredo Matus Olivier una campesina como Aldonza, cuya cultura pertenece al campo estrictamente popular. Pues como era de esperar, esta Aldonza es analfabeta, ajena por tanto a la cultura letrada que caracteriza al mismo don Quijote, lector empedernido entre otras cosas: cuando don Quijote encarga a Sancho que lleve a Dulcinea la carta de amores en el cap. 25 de la primera parte, y pensando en Aldonza, explica: “hará poco al caso que vaya de mano ajena, porque, a lo que yo me sé acordar, Dulcinea no sabe escribir ni leer...” EstaAldonza, según intuimos por las palabras de Sancho, maneja sin embargo los recursos de la oralidad, las burlas populares, chistes y zumbas y seguramente habilidades como el arte de motejar: “con todos se burla y de todo hace mueca y donaire” (I, 25), comenta Sancho. Con todo no la oímos hablar tampoco a ella, de manera que sus sabidurías populares quedan encomendadas a la imaginación de los lectores de la novela. Igualmente analfabetos son Sancho Panza y su familia. Sancho declara en repetidas ocasiones: “yo no he leído ninguna historia jamás, porque ni sé leer ni escribir... como yo no sé leer ni escrebir” (I, 10); “no sé la primera letra del abecé” (I, 26); “Pues a fe mía que no sé leer” (I, 31); “yo no sé leer ni escribir, puesto que sé firmar... letras pocas tengo porque aún no sé el abecé ” (II, 36); “no sé leer ni escribir... bien sé firmar mi nombre” (II, 43 ). Hay una gran diferencia de la cultura letrada a la oral. La primera es individual: cada individuo acumula un almacén de lecturas, una nómina de libros que puede coincidir en parte con la de otros lectores, pero que constituye siempre una experiencia personal. La cultura oral es colectiva, transmitida en una comunidad que la maneja y la vuelve a transmitir de manera anónima y mostrenca. Esto quiere decir que la sabiduría paremiológica de Aldonza es la misma que la de cualquier campesina del Toboso, la misma que cualquier campesina de la Mancha, la misma que cualquier campesina de la España del Siglo de Oro y de siglos posteriores mientras ha tenido vigencia dicha cultura. Y es la misma que la de Sancho Panza, el principal emisor de paremias del Quijote , y al que tendremos inevitablemente que recurrir para la reconstrucción del acervo popular que se integra en las páginas cervantinas, aun sabiendo que Sancho hace un uso particular del refrán (Redondo 2005). Esa cultura oral no es ajena al poseedor de la letrada, así que también don Quijote hará uso de paremias, pero con otros objetivos y límites que Sancho o presumiblemente Aldonza, o Teresa Panza o Sanchica Panza... A todos ellos se deberá tener en cuenta para esa reconstrucción paremiológica de esa imaginada labradora tobosina. Dos detalles más. Es complicada la distinción lingüística de refrán, frase proverbial, dicho, adagio y otras formulaciones de este universo cultural popular. En una de las retahílas de Sancho, don Quijote estalla, asociando refranes y cuentos en la misma reprensión: “¿Adónde vas a parar, Sancho, que seas maldito? –dijo don Quijote–. Que cuando comienzas a ensartar refranes y cuentos, no te puede esperar sino el mesmo Judas que te lleve” (II, 19).

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