Las estancias magallánicas

galpón de esquila fue el soporte indispensable. Su ubicación en el extremo del conjunto, aislado de otros edificios, se debe a la necesidad de contar con espacios libres a su alrededor para el movimiento de las ovejas, y a los problemas de higiene que se generan. Por los corrales de entrada y salida podían circular en la esquila en las grandes estancias, 100. 000 o más lanares . En un día de trabajo un esquilador experimentado despojaba de su vellón a unas doscientas y hasta doscientas cincuenta ovejas. En un galpón con 28 puestos de trabajo con sus respectivas guías, como los hay varios, en un día se esquilaban unos cinco mil animales, que se agrupaban en los corrales exteriores, se introducían en los bretes al interior y pasaban luego a los corrales exteriores. La lana se clasificaba según su calidad, se colocaba en la prensa, los fardos se pesaban y rotulaban antes de abodegarse a la espera de su transporte fuera de la estancia, tal como se sigue operando actualmente (Fig. 57). La competencia era muy fuerte y por ende la selección de la lana se hacía en forma estricta por expertos del Reino Unido que viajaban expresamente para ello. "Esta lana es cuidadosamente clasificada en las estancias, ántes de proceder a su enfardamiento pues su precio varía con la calidad i así se ven fardos de capones (wethers), de padrones (rams), de hembras (ewes), de machos de un año (Wetgehogget), i de hembras de un año (ewehogget). En algunas estancias se lleva aún más lejos esta clasificación i se forman fardos especiales de lana larga (long wool), de lana corta (short wool), de vellones incompletos (broken wool), de copos recogidos en los galpones (locks) i de los que se recogen en los campos i que las ovejas dejan enredados en los chacayes o calafates (camp wooe). Estos fardos se remiten jeneralmente a Londres, donde son rematados en la feria de lanas"* . El galpón de esquila es la tipología arquitectónica más relevante de la Patagonia chilena. Es una arquitectura maderera de carpintería mayor de buena factura . El de Caleta Josefina, que bordea los cien años desde su construcción, no acusa deformacio– nes en su estructura, protegida por las cubiertas y revestimientos exteriores de planchas zincadas onduladas de medio milímetro de espesor. Las naves son amplias, bien iluminadas por las ventanas laterales y lucarnas en las cubiertas. La luz natural en el verano es excelente. Las cerchas y pilares de lenga, una variedad de roble regional, están protegidos con pintura· blanca. Una planta motriz a vapor transmitía por un sistema de poleas la energía para el funcionamiento de las guías de los esquiladores, que por este motivo están alineadas a un costado del edificio (Figs. 49, 50 y 51). Un lugar especial ocupaban la prensa hidráulica o manual, así como la balanza. Fueron y son edificios estrictamente funcionales que permanecen inactivos la mayor parte del año, pero que hasta mediados del siglo XIX adquirían durante el período de la esquila una intensa actividad, con el tránsito de las ovejas y el laboreo, en el caso de las grandes estancias, de casi un centenar de personas en su mayor parte integrantes de la comparsa, grupo de esquiladores y ayudantes a cargo de un contratista que se desplazaba de uno a otro establecimiento para realizar este trabajo especializado durante los meses de verano . Para alimentar y alojar este personal temporal y parte del permanente, se construyeron pabellones especiales que destacan dentro del conjunto por su importancia y apariencia. Ambos funcionaban todo el año para los solteros de *Marín Vicuña, Santiago, Ibídem. 66

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