Las estancias magallánicas
fundiarias para las que se crearon los cascos mayores, la percepc1on europea de la autora francesa se contrapone con la de quienes vivieron la vida de las estancias muy de cerca: "Hasta hace pocos días, no está de más recordarlo ahora, ha sido San Gregorio la estancia modelo, reservada para las visitas de los huéspedes ilustres que han pasado por Punta Arenas; la estancia mejor instalada, que llegó a tener muelle propio, ferrocarril, grasería y que ahora tiene el más perfeccionado galpón de esquila y baño de lanares cubierto para proteger al obrero del clima inhóspito; poseedora de servicios sociales adelantados, décadas antes que los impusieran sucesivos gobiernos. Así, pueden observarse las casas confortables para administradores, capataces, empleados y obreros, favorecidos estos últimos por servicios sanitarios, enfermería, biblioteca y sala de estar para juegos y teatro, y una cabaña de lanares Corriedale, que Ud. bien conoce por ser entendido, en la que se criaban productos triunfadores en las Exposi– ciones regionales e internacionales"** (Fig. 47)***. Así como en la bibliografía regional existe una nutrida información acerca de la superficie de los campos de las estancias, la cantidad de ovejas o el precio de la lana, no son muchos los testimonios, como los anteriores, centrados en las características constructivas y antropológicas de los cascos y el grado de apreciación que ellos despertaban en usuarios y visitantes, generando dos visiones contrapuestas. Por una parte, la impresión negativa de quien está acostumbrado a una arquitectura rural de tradición secular como la europea y que espera encontrar en su paso por la Patagonia asentamientos acordes además con la capacidad económica atribuible a las estancias. Distinto es en cambio el juicio de quien conoce bien el medio y los esfuerzos necesarios para construir en un corto plazo un lugar habitable en el confín del continente, pese a que se disponga de los recursos necesarios (Fig. 48). Ambas versiones contienen un cierto grado de realidad, algunos cascos son más "humanos", menos fabriles que otros, y como sucede con toda obra construida, su mantención es irregular, con períodos de auge y de decadencia, efecto que se acentúa en los lugares en los que la naturaleza somete lo construido a un desgaste permanente. La arquitectura del área industrial y de las viviendas El mejor momento de los cascos magallánicos se sitúa en el período de 1910 a 1930, con un buen precio promedio para la lana y la carne frigorizada, sociedades ganaderas bien organizadas y personal técnico capacitado. En las estancias grandes y medianas se renovaron y completaron sus instalaciones. Se construyeron nuevos galpones de esquila en Río Grande, Rusffin y China Creek, la casi totalidad del casco de Río Verde, las casas patronales de El Ovejero, Río Penitente, Avelina, Brazo Norte y con seguridad muchas otras en las que su materialidad se asemeja a las nombradas, modelando una característica tipología arquitectónica regional. Hacia 1920 los cascos mayores completaron sus estructuras fabriles en las que el *Laming, Anette, En la Patagonia, confín del mundo, traducción de José Zañartu, Santiago, 1957. **Herminja Menéndez de Gómez, Anuario Corriedale de Magallanes 1971-72. ***El casco de San Gregorio es el único que conocemos que contó, aunque algo tardíamente (1 936), con una capilla para los servicios religiosos. 65
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