Las estancias magallánicas
casco de Cameron en un valle costero de Bahía Inútil al borde del área montañosa y boscosa de Tierra del Fuego (Figs. 33 y 34) . Los galpones de esquila de Caleta Josefina, San Sebastián y Oazy Harbour se levantan en cambio a pleno viento en medio de la estepa, pero el caserío busca una mínima protección apegándose al río o al estero que los cruza. Aun así la sensación es la de un lugar en el que se decidió construir el casco con total indiferencia respecto de otras circunstancias que no fueran las productivas, lo que puede atribuirse en buena medida a sus administradores provenientes en su totalidad de Escocia, Gales e Inglaterra, vía las Malvinas, Australia y Nueva Zelandia, personas acostumbradas al aislamiento y la adversidad climátical (Fig. 35). La dicoto– mía se aprecia también en los cascos de las estancias de segunda generación formados en 1919 al sur de Porvenir, propiedad casi en su totalidad de croatas o de sus descendientes . En Rosario y también en Fortuna resulta sorprendente lo certero del lugar elegido para las contrucciones (Fig. 36). En cambio en las cercanas Concordia y Draga el lugar no ofrece un buen resguardo y las consecuencias están a la vista: han perdido coherencia y aparecen como decadentes en relación a los anteriores manteni– dos en óptimas condiciones. Como en otros aspectos, el gran casco de San Gregario marca su individualidad al situarse paralelo al Estrecho y por lo tanto al mar, flanqueando sus edificios una ancha calle central, tan espaciosa que por ella discurre hoy la carretera internacional hacia la frontera argentina. La bahía de San Gregario tiene fama de "aguas tranquilas". José Menéndez construyó una primera etapa en la última década del mil ochocientos, en un punto medio de los aproximadamente 20 kilómetros de frente al Estrecho que sumaban los tres primeros lotes arrendados en 1884 y adquiridos después por él definitivamente. La lana y la carne frigorizada de esta estancia no pasaban por Punta Arenas, viajando directamente a Buenos Aires o Londres, para lo cual se construyó un muelle propio con un ferrocarril. Razones había entonces para que su fundador ubicara el casco en ese lugar (Fig. 37) . El casco más extenso de Tierra del Fuego, centro de actividad de las correspondien– tes 210.000 hectáreas arrendadas al Estado por la Sociedad Explotadora, era el de San Sebastián. En unos veinte edificios vivían y trabajaban unas 110 personas a las que se sumaban unos 70 obreros en el período de la esquila, situación que se mantuvo durante sesenta años, desde 1897 hasta 1957. Del conjunto original sobreviven una docena de ellos y el galpón de esquila. Situadas en una hondonada por la que corren el Estero Pike y el Río San Martín, las casas dan la espalda al viento del oeste que es el más agresivo en ese lugar. "Había una gente en esa época (1927) en las estancias, en el comedor de San Sebastián en dos veces comía la gente, porque no entraban todos en el comedor.. . y nadie lo corría. Sin trabajar se pasaba bien. Habían tipos que trabajaban en la Explotadora y se iban a pasarla allá dos o tres meses hasta que se iba componiendo el tiempo, entonces recién i a volar pájaro" . (Gutiérrez, Osear Domingo, De Porvenir a Río Grande, de Río Grande a Povenir, III Congreso de Historia de Magallanes, 1994, Ed. Universidad de Magallanes). A cuarenta y cinco kilómetros de Caleta Josefina por el poniente y quince kilómetros del Atlántico por el levante, San Sebastián aparece mencionado en distintos documentos acerca de la Tierra del Fuego como un lugar hospitalario para los chilenos y argentinos que cruzaban la frontera situada a poco más de un kilómetro del casco. 58
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