Las estancias magallánicas

Ocupación urbana Considerada desde el punto de vista del poblamiento urbano, la Región ofrece características de singularidad que se dan tempranamente en su historia civilizada y que señalarán su evolución por algo más de un siglo a contar del principio de la ocupación nacional del t erritorio magallánico . Estas características están dadas por la escasez de centros urbanos, apenas tres entre 1848 y 1953 : Punta Arenas, Porvenir y Puerto Natales, en medio de un entorno rural vastísimo con un gran vacío poblacional, y por la disimilitud en los orígenes y evolución en el tiempo de estos correspondientes poblados. a) Punta Arenas. Este centro surge en 1848 como base de la ocupación nacional en reemplazo de Fuerte Bulnes, fundación que resultó inviable y efímera por sus deficien– cias naturales. Inicialmente y durante los siguientes veinte años tuvo el carácter de establecimien– to penal-militar y en consecuencia su desarrollo fue prácticamente nulo, apenas el indispensable para acoger a una población reducida (dos centenares de almas en promedio), que para su mantenimiento dependía virtualmente en su totalidad del Estado y que estaba conformada por los escasos funcionarios públicos, por algunos contados artesanos, por la pequeña dotación militar de custodia y sus familiares respectivos, y por la población formada por los relegados o penados. Esta situación desmedrada y atentatoria para su evolución como centro de la pretendida colonización territorial hubo de mutar notoria y favorablemente a partir de la época mencionada precedentemente (1867-68), en que el curso de los aconteci– mientos pasó a tomar un diferente y determinante sesgo que condicionó la vida y evolución urbana de Punta Arenas. En efecto, este incipiente núcleo con su propia evolución dinamizaría la de su entorno territorial y se beneficiaría con ello en un proceso continuado en el tiempo. Allí se gestaron las primeras actividades productivas y con ellas aparecieron los capitales necesarios para iniciar nuevos emprendimientos y negocios, de los que la explotación ovina resultó ser el más exitoso y decisivo a contar de 1878-80. El consiguiente desarrollo que adquirió Punta Arenas como consecuencia durante los años finales del siglo XIX y la primera década del siglo XX fue cada vez más vigoroso y sólido, alcanzando, al culminar la época de que se trata, una importancia antes impensada pues se constituyó en la sede matriz de todas las empresas económicas que tuvieron ocurrencia a lo largo y ancho del territorio magallánico y además en los vecinos de ultrafrontera, respecto de los cuales la pujante capital magallánica ej erció un papel hegemónico como no lo tendría otra ciudad chilena de aquel tiempo y con un ámbito territorial que alcanzaba a todo el cono austral de América, desde el grado 46 hacia el sur. Esta importancia se reflejó naturalmente en su evolución urbana (edificaciones públicas y privadas de calidad y jerarquía; en servicios e instalaciones modernas de variado orden, etc.) que hicieron de la misma una ciudad con hechuras de metrópolis regional. Pero también lo fue en su condigno desarrollo social, cultural y administrati– vo, circunstancias que contribuyeron a afirmar su primacía y a aumentar su fuerza de atracción y de gravitación sobre su entorno geográfico. Por fin, la intensa interrelación 15

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