Las estancias magallánicas

tente, Olga Teresa, Laguna Blanca, Laguna Blanca Wagner, Avelina, Tres Chorrillos y Río Verde, las que muchas veces son reposiciones de la modesta vivienda original. Normalmente son de dos pisos sobre fundaciones de concreto, con cubiertas más complejas, y pendientes más pronunciadas. Los aleros son salientes, con cerchas curvas a la vista en los tímpanos. Las planchas se pintan con colores claros, luminosos, que contrastan con los verdes y rojos de los techos. Se introduce el bow window y las ventanas continuas con vidrios de distintas dimensiones. Es una tipología de casas patronales que aparece frecuentemente en las estancias medianas o pequeñas, y que se mantienen en buenas condiciones gracias a que las habitan regularmente sus propietarios (Figs. 83 a 85) . Constructores y maestros mayores La arquitectura rural magallánica permanece en su mayor parte en el anonimato. Es decir, que se desconocen los responsables del diseño y construcción de los frigoríficos (salvo el de Puerto Natales), las graserías y galpones de esquila de los cascos de las estancias. Parte de la información podría tal vez recuperarse en los archivos de las sociedades matrices en Gran Bretaña o en alguna nota aislada en la prensa de la época. De las revisiones realizadas por Mateo Martinic en el archivo Mauricio Braun de la Biblioteca del Museo regional, de la investigación de los libros Copiadores de Cuentas de la Sociedad Explotadora en la Biblioteca del Instituto de la Patagonia, de las memorias de la Sociedad Menéndez Behety y del total de la bibliografía revisada, sólo se obtuvieron algunos nombres relacionados con una obra específica. El caso de Cosme Spiro que estuvo al frente de los trabajos iniciales en Caleta Josefina en 1895, o el de un "avance hecho al Sr. Jeppesen el 22 de noviembre de 1910 por cuenta de edificios". Una referencia precisa es la de Adolfo Gessel, que "llegó a Tierra del Fuego en 191 7 y construyó las estancias Concordia, 21 de Mayo y otras"*. A fines del mil ochocientos y primeras décadas del mil novecientos ejercieron como arquitectos en Punta Arenas el chileno Antonio Allende, los franceses Numa Mayer y Antaine Beaulier, y el sacerdote salesiano Juan Bernabé, a los que se deben los edificios que conforman el centro histórico de la ciudad. La arquitectura de los frigoríficos y pabellones de esquila no se ajusta a su formación estética y académica, por lo que no parece factible su intervención en esas contrucciones. En tanto no se obtengan nuevos antecedentes, la hipótesis más realista es la de una planificación de los frigoríficos realizada en Gran Bretaña y Buenos Aires, incluyendo su diseño, especificaciones, provisión de materiales, equipos y maquinarias. (Se ha incorporado recientemente al archivo del Centro de Estudios del Hombre Austral del Instituto de la Patagonia (UMAG) , un legajo completo de los planos de arquitectura realizados en 1918 por la firma Roberts y Suárez de Buenos Aires, para la construcción del frigorífico de Puerto Natales). En cambio los galpones de esquila de los cascos de primera generación fueron trazados y levantados seguramente por maestros mayores de carpin– t ería provenientes de Europa, aunque no puede descartarse la participación de inmi- *Kramarenko y Sackel Editores, Colonizadores de Tierra del Fuego, 1934. Geppesen y Gessel no deben confundirse con Antonio Olave Geldress, ex oficial de la Armada y Director de Obras de Porvenir en 1933. 82

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=