Hacia una socioecología del bosque nativo en Chile
48 – hacia una socioecología del bosque nativo en Chile sujeto de la experiencia cotidiana, especialmente de la urbana. El bosque es en- tonces mucho más que el bosque nativo declarado: parece en este caso, represen- tar la salida de la urbe o la metrópolis, configurando una oportunidad de salida o escape de una inconciencia ambiental propia de la época. Nótese que el cerro ha tenido ya, desde siempre, esta función simbolizante y ritual –como las subidas de los lugareños a las puntilla s 6 para el 20 de septiem- bre, o los rituales religiosos desde los tiempos incaicos por lo menos (de hecho, se entiende que en los cerros de Doñihue estuvo la marca sacralizada del territorio bajo la impronta incaica). También ha sido siempre el ideario del paseo, que es en esencia el paso sin norte, sin finalidad aparente. Ello de alguna manera representa la transición desde el bosque nativo inob- servado como tal, a su patrimonialización y disposición para el uso no-producti- vo. Si no para la recolección, digamos de paisaje y sensaciones de bosque nativo, tal vez como puerta hacia una experienciación “otra”, alternativa a los modos en que entendemos y actuamos con el bosque nativo, pero también alternativa a los modos como entendemos y actuamos en la vida cotidiana por parte de quienes no lo habitamos. Desde afuera de los usuarios tradicionales del bosque, comien- za una nueva imagen que toma aparentemente el camino de la “nueva ruralidad europea” (Alario et al. 2018), centrada en funciones reproductivas y culturales. El bosque nativo se muestra ahora como un espacio-simbólico de lo perdido o por recuperar –como contacto con la naturaleza, como la acepción de la bio- diversidad. Por ello mismo genera en sus diseñadores y operadores un lenguaje muy desarrollado, con distinciones finas y niveles de análisis múltiples, usando por ejemplo nominación científica de las especies, como construyendo un relato potente en que pueda tener lugar la experiencia o vivencia directa. Tiene, en contra, difícil o poca articulación con el conjunto de los otros usuarios, aunque no necesariamente de modo beligerante. Depende de su propia suerte como emprendimiento económico, de los apoyos culturales que se reci- ban para la tarea educativa (informal) o de los vínculos con los ocupantes tradi- cionales. Es sin duda un actor emergente, cuya suerte final dependerá también de las corrientes culturales generales y su aprecio por la experiencia “contra-cultu- ral” de la naturaleza. Ofrece una tendencia que no debiera disminuir y es posible que se desarrolle, aunque eventualmente se suma, integra o hasta subsume en las otras formas territoriales existentes. 6 Vocablo local diferenciado de las pampillas del centro norte del país.
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