Hacia una socioecología del bosque nativo en Chile

Socioecología del bosque nativo en Cachapoal – 47 Para quienes viven en el lugar, el hábitat de orilla de cerro trae esa conexión hacia arriba como mundo re-colectivo o productivo, pero también hacia abajo, al valle, sus poblamientos y tareas, con el que se conecta ahora, en esta zona y desde siempre también. No se debe olvidar que se trata muchas veces de propietarios que tienen o disponen también de una zona de campo y que muchas veces han visto allí su actividad principal. Son en este sentido, campesinos que tienen su casa en la parte habitualmente baja del cerro y se reconocen por lo tanto en su condición evidente de pobladores. También está el caso de poblamientos ori- ginados en legislaciones específicas, como los “ sitios CORA” , o las mismas par- celaciones durante y después de la Reforma Agraria, que poblaron esta zona de nuevas propiedades y que dieron posteriormente distintas pautas reproductivas. Convendría, en todo caso, analizar diferencialmente cada caso según la pau- ta de hábitat o de cómo articula su ser habitante de cerro con su ser productivo o reproductivo, pues son finalmente habitantes que hacen uso diverso del cerro o del bosque; a veces en condición de empleador y a veces de empleado o ambas formas a la vez, dependiendo de la fortuna con que hayan recorrido la vida. Su condición de poblador, genéricamente hablando, le confiere inefablemente un status de conocedor e interventor del bosque; no obstante, su forma particular de configurarlo, dependerá de su posición respecto de la forma de posesión que sea el caso. Variadas son las formas y cabe entonces diferenciar los casos, para reconocer su diversidad y a la vez su capacidad de incidencia en la actual confor- mación del territorio analizado. Los modos alternativos: turismo, educación ambiental y nueva ruralidad Hay otro modo de observar e intervenir el territorio del bosque nativo, que pone el acento, a diferencia de las anteriores, en la naturaleza del bosque como tal: como contexto y paisaje, para experiencias de disfrute en su propia composición como sistema. Ello refiere, por ejemplo, al uso turístico del bosque nativo o en general al uso del ecosistema como espacio de experiencias extra-cotidianas y extra-funcio- nales. El servicio turístico es especialmente compatible con el territorio del bos- que nativo porque lo que ofrece es su contextura, su conexión interna. “Sentir el bosque”, “sentir/se en el bosque” son modos, como el turístico o el ambiental o el ritual, donde lo que se valora y se ofrece es la posibilidad de aprender y recibir lo que la vida cotidiana niega y lo que en general la cultura urbana desconoce y que a la vez le hace especial y atrayente. El uso ritual y recreacional del bosque, así como su uso pedagógico, refieren a posesiones “de experienciación del bosque nativo” y en ese sentido, abstraen al

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