Hacia una socioecología del bosque nativo en Chile
A medio camino en la reconciliación con el bosque nativo: – 25 del territorio”, se sostiene. El capítulo concluye subrayando el despoblamiento rural en El Carmen –asociado a la desaparición progresiva del modo económico y cultural campesino– y el aumento de población flotante en Pinto asociado al turismo centrado en el valor de los recursos naturales, como una amenaza para los sistemas naturales de estas localidades. Un problema central identificado en el capítulo de Carrasco et al . en este libro, se refiere a la desprotección en que queda el bosque con la proliferación de propietarios ausentes y la expansión de la industria forestal. Ello invita a anali- zar las ramificaciones que los eslabonamientos del poder generan hacia abajo y cuya operación se acuerda en esferas extralocales, invisibilizadas y, habitualmen- te, percibidas tardíamente a través de sus efectos devastadores, tal como sucede en las zonas de sacrificio o en las crisis hídricas atribuibles a la acumulación del agua para una economía extractivista, más que al cambio climático. Bajo estas constricciones, ¿cuán autopoiéticas pueden ser las organizaciones locales? ¿Has- ta qué punto la sustentabilidad puede apoyarse en actores que ven cercenadas sus capacidades por intereses ajenos a los paisajes que habitan? Más allá de la crítica ecopolítica está la definición misma de lo real. Los su- puestos que subyacen en la perspectiva de Ostrom y los sistemas socioecológicos, parten de una perspectiva naturalista, esto es, entendiendo que hay una misma realidad sujeta a perspectivas diferentes, cuando en realidad los mundos habita- dos son diversos (Descola 2012, Viveiros de Castro 2004a), lo que bien queda en claro en los entretejidos a que refiere el capítulo de Wladimir Riquelme (Véase Capítulo 5). A su vez, Carrasco et al . plantean que la suerte de los sistemas es- tables de gobernanza depende de la capacidad que se tenga para identificar los distintos prismas de conocimiento y la relación con el bosque nativo que mantie- nen los distintos actores. Tal como se plantea en este libro, tales relaciones están mediadas por tres tipos de vinculación con los recursos, a saber, los propietarios individuales, los propietarios colectivos y los usuarios no propietarios (arrenda- tarios o usuarios con o sin autorización). Estas diferenciaciones pueden darse en un marco de referencia compartido por la pluralidad de actores y, como señala Riquelme, invita a profundizar en las múltiples capas de otras realidades cultu- rales. Pero cabe la posibilidad que estas sean sustantivamente otras realidades, otros mundos, y que se encuentren solo parcialmente interconectados entre sí (Strathern 2004), en cuyo caso convendrá traducir la contribución de Ostrom al lenguaje de la diplomacia, lenguaje a través de los que se negocian los mundos a ser habitados (Sztutman 2019). Lo que para los sistemas socioecológicos son recursos –digamos los árbo- les– pueden ser, en realidad, sujetos en el mundo para otros actores (Viveiros
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