Hacia una socioecología del bosque nativo en Chile
22 – hacia una socioecología del bosque nativo en Chile sibilidades de regeneración, como lo sugieren Verdugo et al . en el Capítulo 4 de este libro. En este sentido, los sistemas socioecológicos proporcionan un lente que facilita la comprensión de los procesos asociados a la pequeña producción agropecuaria en contextos forestales, en términos de los esfuerzos por mantener y manejar los recursos forestales comunes, especialmente cuando logran escapar a la acción de los grandes poderes de los valles y ciudades. Una de las preocupaciones de este enfoque ha sido conocer los mecanismos que permiten la resiliencia en contextos de degradación ambiental (Folke et al . 2016, Ostrom 2009). En el estudio del Cachapoal se advierte la huella diferencial que deja en el paisaje la acción de grupos heterogéneos, en términos tanto de su intervención como de su conocimiento (Véase Capítulo 2). Arrieros, apicul- tores, forrajeros, pobladores, turistas, entre muchos otros, tensionan de modo diferencial el paisaje, generando un sistema “enredado de pautas inorgánicas” en el que ha de desenvolverse el bosque nativo. Así, por ejemplo, lo testimonian los abuelos y abuelas a quienes refiere Riquelme en su capítulo: “Señalan que eran muy cercanos a la mawiza y consideraban que tenían, más que una rela- ción de dependencia para la subsistencia, una relación de complementariedad. Comprendían el valor de la existencia de cada elemento de la naturaleza, lo cual creaba una dependencia para el bienestar mutuo. La extensión de la mawiza era de cobijo y hábitat mutuo con otras especies. Esto no es solamente un cobijo físico, era igualmente una protección afectiva entre unos y otros. Cada especie y su espíritu responden a la acción física pero también a la intención espiritual. Referido a los árboles, se concebía la relación entre individuos, el romance, la reproducción, el cobijo y protección a la descendencia”. Paradojalmente, según sugieren Canales et al., la noción misma de bosque nativo emerge a partir de la reorganización del monte que, en la percepción local, hace ver aquello que “vivíamos desde siempre” como parte de una na- turaleza que impone posicionarse de modo antagónico a los diversos grupos humanos (“a favor o en contra de ella”). Es la ideología ecológica o la discursi- vidad ecológica que se instala como un velo moral entre los actores humanos y no humanos. El contraste propuesto en el estudio sobre Cachapoal, en este mismo libro, entre los conocimientos y formas de intervención de los campesinos tradiciona- les frente a los emergentes actores silvo-agro globalizados, plantea modalidades de impacto diferencial en el paisaje: desde el acomodo a la reorganización. Algo similar ocurre más al sur, entre las comunas de Pinto y El Carmen, donde la pre- sencia del turismo marca una fuerte divisoria en el territorio, permitiendo que los campesinos de El Carmen puedan establecer una mayor convivencialidad
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