Hacia una socioecología del bosque nativo en Chile

116 – hacia una socioecología del bosque nativo en Chile Conclusiones De acuerdo a los relatos de los entrevistados se pudo constatar la supremacía de la propiedad privada que configuró la propiedad rural en el territorio de Pan- guipulli, más allá de la existencia de espacios o recursos de uso común y de res- ponsabilidad colectiva. La relación con el bosque fue desde el asentamiento de las familias colonas, chilenas y extranjeras, una vocación utilitarista, más bien asumida como medio de subsistencia o generación de ingresos. La inexistencia de políticas públicas orientadas a generar una mayor gober- nanza sobre los recursos naturales y su sostenibilidad en el tiempo, se refleja en la escasa legitimidad social que alcanzan iniciativas de carácter más cooperativo o colaborativo. La tendencia es observar ámbitos que desarrollan en forma in- dividual, como se manifiesta en actividades como la comercialización de leña o madera. Los pequeños madereros y leñeros, si bien advierten amenazas para la sustentabilidad del recurso, no las identifican como un problema en común, sino que explotan el recurso sin considerarlo como algo compartido. El manejo del bosque ofrecido por la Ley de Bosque Nativo es poco bene- ficioso, tanto desde la perspectiva de la conservación como del uso del bosque. La subsistencia y el equilibrio del sistema predial no están garantizados, al ser las extensiones de bosque demasiado reducidas, el tiempo de reposo exigido para el bosque demasiado extenso y el pago por las labores y el servicio ambiental demasiado bajos. Por su parte, los planes de manejo parecen herramientas estrechas, incapaces de abordar la complejidad de sistemas ecológicos complejos, donde se requiere incorporar miradas específicas “pie a pie”, en el contexto de una unidad predial también compleja, que es parte de un territorio que responde a requerimientos externos tanto del mercado como de la sociedad en general. Las decisiones sobre el uso predial están mandatadas principalmente por dos variables: las necesidades de generación de ingreso y las posibilidades del mercado. Es en la medida que las primeras son cubiertas por otros ingresos que es posible planificar el uso de los recursos prediales, especialmente del bosque nativo, con una intensidad acorde a las posibilidades ecológicas de los recursos. Otros usos del bosque aparecidos con fuerza más recientemente, de recursos no maderables directos e indirectos, se presentan con un escenario distinto. Se puede argumentar que, en el caso del turismo de senderos, en la apicultura y en la recolección, tanto de pequeños propietarios como de usuarios, existe mayor di- namismo, considerándose el recurso bosque como algo en común que, por ende, debe ser preservado a partir de prácticas compartidas. Aquí, el sistema socioeco-

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