Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
96 – Opinión pública contemporánea hecho técnico que remite a la sonoridad , como forma originaria en la primeridad y secundaridad de los más antiguos tiempos del ser humano. Desde esa perspectiva, no estamos negando las operaciones complejas de todo y toda interpretante, sino que queremos relevar la continuidad y discontinuidad –desde la investigación de este fenómeno socio-comunicacional– de la diferen- cia entre una socio comunicación de masas y una socio comunicación interpersonal y grupal , en los límites de la propia acepción de públicos, como una noción amplia aportada desde hace más de un siglo por Gabriel Tarde. Se agregan, al encuentro de este fenómeno discursivo de la sociedad, los desajustes que provoca la emergencia continua y acelerada de los medios digitales, observándose una desactualización o desprogramación de las formas modernas, aprendidas clásicamente –epistemológi- camente hablando– de las formas de articulación de la opinión pública; diferencias que al interior de los dispositivos de producción y circulación de sentido, evidencian avances y retrocesos, en formas de resistencias y/o emergencias de las maneras de conversar lo común, sea en cualquiera de los sentidos que admite una voz que busca y da reconocimiento. Ya comentábamos que los medios técnicos de comunicación, es decir, de los en- tramados que hacen al dispositivo discursivo de la realidad, fundan, a raíz de la mun- danidad, lo que se ha denominado “el acontecimiento” . En los tiempos modernos, estos procesos de selección y montaje de la realidad se hicieron industriales. Es decir, muchos procesos al servicio de una suerte de “postproducción” 4 donde el productor (es decir, el comunicante) es apenas el inconsciente de esa posibilidad discursiva. En este sentido, debemos comprender que la opinión pública de la era de la mediatiza- ción tecno-analógica y digital, opera en lo que ocurre, al interior de muchos aconte- cimientos universales, pero su valor está en que esos procesos (para el caso de la OP) son “cubiertos” y toman existencia como fenómenos temporales. Se autonomizan y persisten en el espacio/tiempo. Al respecto, Leonor Arfuch se pregunta ¿Cómo analizar hoy lo público y lo privado, bajo el imperio de las “teletecnologías” la “artefactualidad” , la globa- lización? (Arfuch, 2002, p.28) Cuestiona si es posible sostener la acentuación dicotó mica cl ásica de este binomio, o más bien, hay que remirar en la expe- riencia, cómo lo público y lo privado se manifiestan en las conversaciones públicas, en los medios del simulacro, tanto como en otras posibilidades y posiciones de lo pú blico. P or ejemplo, lo que para nosotros son las interrela- ciones mediadas de la radio comunitaria con su comunidad de escucha . En cual- quier caso, lo que hemos llamado la “realidad mediatizada”, cuya centralidad la constituyó por décadas la televisión, está siendo superada por las propias 4 La metáfora que se enuncia es de origen Stigliano.
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