Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
90 – Opinión pública contemporánea algo que no se dice y no se legitima por los actores de la comunicación política, es un habla opinante, donde precisamente, la razón y la pasión, vuelven a confundirse, creando sentido, resignificando el espacio homogéneo de una opinión pública y que se hace presente, allí donde se ha querido borrar las marcas y las huellas del aconte- cimiento, de las mezclas y los montajes de la población, en los procesos comunes de selección de la realidad. De los dispositivos modernos de la mediatización a los digitales como hecho técnico de programación de opinión pública. La mercancía contemporánea es la información en relación de contexto a su tem- poralidad y espacialidad. Allí radica lo que Stiegler ubica como fenómenos que cua- lifican a la información en su relación con la “velocidad y cobertura” , toda vez que su casualidad inexistente es lo que representa en exactitud, su forma dispositivo en tanto opinión pública que corresponde a “una selección” de lo que “llegará a ser acon- tecimiento…en el estadio de los escasos productores de materia prima de la memoria (las agencias)” (Stiegler, 1996, p.172). Allí la compleja forma de producción de ese senti- do, que lo hemos descrito como un sentido propio de las ciudadanías, enajenado en la producción industrial e hiper - industrial de la mediatización: “De la dimensión planetaria de la selección y de la difusión conjugada con la transmi- sión a la velocidad de la luz resulta una auténtica fabricación industrial del presente; un acontecimiento sólo accede al rango de acontecimiento y sólo tiene lugar efectivamen- te si es `cubierto´; aunque nunca pueda ser totalmente reducido a ese puro artificio, el tiempo es cuando menos coproducido por los medias. La `cobertura´ obedece a unos criterios de selección articulados por la finalidad de la producción de una plusvalía. Esta memoria, en tanto raudal permanente, se borra a medida que se produce: `una información que suprime la siguiente´ tiene por principio su propio olvido masivo e inmediato”. (Stiegler, 1996, p.172) Nuestro enfoque –siguiendo a Stiegler– quiere afirmar que ya no es posible seguir naturalizando aquello que se denomina “opinión pública” , puesto que ésta, por sobre cualquier episteme , es un producto de la actualidad , es decir, de la relación del presente mediatizado y la realización de la política como una dimensión de esta mediatización, la que es transada mercantilmente, y opera al interior de un sistema de comunicación social fuertemente neoliberalizado en tanto lógica del sistema, es decir, de cómo se produce, se distribuye y hace sentido. La comunicación política, como articuladora de esa dimensión social (la O.P.) no puede establecerse ni repre- sentar a la comunicabilidad de la política sin que sea al interior de esas lógicas que a
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