Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
Burguesa, plebeya, proletaria, alternativa, subalterna - 47 ver mas con el reconocimiento de un lugar en la jerarquia social que con el estado cons- titucional burgues habermasiano ” (p. 252). Lo novedoso en el contexto republicano no es el delito de injurias, sino “ que los problemas de atentados a la reputacion y al buen nombre de una persona se traten a partir de la nueva legislacion sobre derechos civicos ” (p. 252). Entonces, para González, el problema que se le presenta a las élites criollas en el nuevo contexto republicano es cómo garantizar sus privilegios en este nuevo escena- rio. A su juicio, la relevancia que ocupa el texto impreso centrado en la reputación durante la primera mitad del siglo XIX da cuenta “ de un mecanismo que permite fundar sobre bases republicanas el principio del reconocimiento social de una jerarquia, cuyos fundamentos van contra los principios basicos de la republica que se intenta ins- taurar ” (p. 257). Lo público queda así restringido al propio círculo de la élite: “ el publico de la injuria, para poder cumplir su funcion social, debe quedar necesariamente reducido al de la ‘gente decente’ ”. Por su parte, los trabajos de Desramé (1998) y Olguín (2012), se abocan a ca- racterizar las comunidades de lectores de la primera mitad del siglo XIX. Según la primera, la aparicion de la imprenta no eliminó las anteriores maneras de leer, que privilegiaban la memoria y la oratoria. Olguín también describe como característi- cas de este período la lectura a viva voz del catecismo y de los bandos de gobierno –“ hasta mediados de la decada de 1820 los ninos aprendian a leer exclusivamente con obras de fundamento religioso-tradicional” (2012, p. 6) –, mientras que la lectura de la prensa en salones y tertulias era poco habitual: “ en Valparaiso, por ejemplo, en los cafes ni siquiera se podian consultar periodicos, simplemente no los ofrecian ” (p. 10). A lo cual se debe agregar que la prensa contaba con un subsidio estatal, pues de otro modo la lectura de periódicos habría aún más difícil de instaurar. Para Olguín, el paso del Chile colonial al Chile moderno suponía “ formar ciu- dadanos ‘nuevos’, es decir, informados, con derechos y deberes, al interior de espacios abiertos de sociabilidad politica. Ampliar la ciudadania, desde la ‘aristocracia’ al bajo pueblo ” (p. 4). Sin embargo, constata que “ en el Chile de entonces la transformacion del bajo pueblo en ciudadanos fue practicamente nula. Por ejemplo, los esfuerzos en educacion estuvieron centrados en la especializacion y civilizacion de los jovenes varones provenientes de la misma capa dirigente ” (p. 4). De manera que el bajo pueblo fue puesto en una situación de tutela cultural y política, dentro de esta esfera pública que era al mismo tiempo republicana y estamental. Si bien estos tres autores mantienen un diálogo con algunos supuestos de la esfera pública habermasiana, ninguno de ellos llega a enunciar el concepto de esfera pública plebeya. Esto es posible atribuirlo al propio recorte de la realidad que reali- zan, más centrado en lo que ocurre al interior de las élites o desde estas hacia el resto de la sociedad (si bien es cierto que, particularmente respeto de la primera mitad del
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