Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación

46 – Opinión pública contemporánea “con demasiada facilidad leen ' la esfera pública' como 'Ilustración' ” (p. 176) y eluden la pregunta sobre la existencia de una esfera pública antes de los procesos de In- dependencia. Omisión similar observa respecto de “ el fuerte componente étnico del compromiso político revolucionario ” (p. 178). Al respecto, Piccato destaca el trabajo de Forment (2003), quien basándose en una extensa base de datos de asociaciones cívicas y medios impresos en México y Perú, establece a la esfera pública, junto con la sociedad política, la sociedad eco- nómica y la sociedad civil, como uno de los "terrenos públicos" sobre los cuales la democracia latinoamericana prosperó durante el siglo XIX: “ en su opinión, la esfera pública hace posible la comunicación entre los otros dominios de la democracia; si, por ejemplo, la sociedad civil tiene un impacto en los procesos económicos y en la toma de decisiones, sólo puede hacerlo a través de la esfera pública ” (p. 183). El punto final de la argumentación de Piccato apunta a enriquecer la reflexión y el trabajo historiográfi- co en torno a la esfera pública en América Latina utilizando el concepto gramsciano de hegemonía, dadas las posibilidades que otorga para la comprensión de la relación entre cultura y política, así como su contribución a los estudios subalternos y los estudios culturales. En el contexto chileno, se observan algunos trabajos históricos sobre la cons- trucción de la opinión pública en la primera mitad del siglo XIX que son concor- dantes con lo señalado por Piccato. González (1999) entra de lleno a la problematización de la teoría de la esfera pública de Habermas a partir de los usos del impreso como soporte de la opinión en el contexto de un país latinoamericano. Específicamente, en relación a la llamada “literatura injuriosa”. Sosteniendo que la particular utilizacion del principio de pu- blicidad para dirimir litigios intersociales, en forma de disputa por ganar la opinión de un público reducido a la élite que sabía leer, permitió “ fundar, sobre bases repu- blicanas, el principio del reconocimiento social de una jerarquia, a partir del principio de derecho natural ” (p. 233). Para la autora, el modelo de esfera pública burguesa de Habermas “ se adapta dificilmente a las realidades sociales, culturales y politicas del mundo hispanico ” (p. 235). Al menos por 3 razones: el uso de los espacios urbanos, el rol del Estado y el lugar de la religión, incluso con posterioridad a la Independencia. Este contexto restringió en gran medida la libertad de impresión. Por ejemplo, “ al sancionar como abuso de la libertad de imprenta todo ataque al dogma de la Religion Catolica ” (p. 246). Por el contrario, el impreso se utilizó extendidamente para la puesta en circulación de una literatura de opinión, “ mas proxima al juicio parcial que al razonamiento individual ” (p. 247), que incluía géneros como las refutaciones, vindicaciones y defensas, así como posibilitó la multiplicacion de disputas por la opinion del publico en asuntos que tocan a la buena reputacion de las familias: “ la publicidad esta aqui directamente ligada a la defensa de la reputacion, que tiene que

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