Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
32 – Opinión pública contemporánea esfera pública pre-revolucionaria. Más aún, Cases denuncia que en este contexto, el silenciamiento de los sectores plebeyos no vino sólo de la alta aristocracia, sino también de los philosophes : ambos sectores pretendían monopolizar los foros de discusión pública y legitimarse como agentes exclusivos de la opinión pública en circulación. La crítica de John Thompson se encuentra en dos trabajos distintos. En el pri- mer caso, una crítica más teórica y en el segundo más histórica. El autor coincide con otros autores y autoras respecto del carácter patriarcal, propietario e ilustrado del concepto de esfera pública planteado por Habermas, así como la poca consistencia argumentativa de la tesis sobre el declive de la esfera pública como espacio de ejerci- cio de la democracia a partir del desarrollo de los medios de comunicación de masas y su consumo pasivo por parte de receptores cautivados por el espectáculo: “ un acer- camiento más contextualizado y hermenéutico podría mostrar que el proceso de recep- ción es una actividad mucho más complicada y creativa ” (Thompson, 1993, p. 183). En la línea planteada por Calhoun, Thompson enfatiza al respecto la necesidad de pen- sar lo público en un mundo caracterizado por nuevas formas de comunicación en que la información y el contenido simbólico circula a través de redes globales de alta velocidad en que los individuos son capaces de interactuar con otros, observar per- sonas y eventos, sin encontrarse jamás con ellos en el mismo espacio local-temporal. En línea con los hallazgos del trabajo de Farge, Thompson también sostiene que Habermas le da poco valor a formas de discurso público y actividades sociales que existieron en la Europa de los siglos XVII, XVIII y XIX que no pertenecían a la sociabilidad burguesa, a la que se oponían y de la que eran excluidas. Asimismo, sos- tiene que estas formas no eran sólo una variante de la sociabilidad burguesa, sino que eran autónomas y en conflicto con ésta: “ no se puede asumir que estos movimientos fueran derivados u organizados a lo largo de líneas similares, de las actividades que te- nían lugar en la esfera pública burguesa. Por el contrario, las relaciones entre esta esfera pública burguesa y los movimientos sociales populares eran con frecuencia conflictivas ” (Thompson, 1998, p. 103). Otra de las críticas de Thompson se relaciona con una cierta idealización de la prensa escrita en Habermas. Para el crítico, la tesis de la prensa como una continui- dad del debate racional y orientado al consenso de espacios de sociabilidad como cafés y salones expresa apenas una parte de las redes informativas de la época: “ estos periódicos no fueron de ninguna manera los primeros ni los más comunes de las prime- ras formas de material impreso ” (p. 104). Por el contrario, Thompson destaca como atributos de la prensa de la modernidad temprana un carácter comercial y sensacio- nalista, que Habermas sólo atribuye a la prensa de masas de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Más aún, Thompson señala que las razones de este último para excluir estas primeras formas de material impreso no son claras y que, en caso de
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