Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación

30 – Opinión pública contemporánea Un punto especialmente relevante en la argumentación de Fraser se refiere a la existencia de uno o varios “públicos”, ya que en la medida que exista desigualdad y una sola esfera pública única y comprehensiva, es más probable que los procesos de deliberación tiendan a operar en favor de los grupos con mejores condiciones mate- riales y los miembros de los grupos subordinados no tendrán espacios propios para establecer sus necesidades, objetivos y estrategias. A su juicio, la investigación histó- rica acumulada demuestra que resulta más ventajoso para los grupos subordinados constituir “públicos alternativos”, para lo cual acuña el concepto de “contra-públicos subalternos”, concebidos como “ espacios discursivos paralelos donde los miembros de los grupos sociales subordinados inventan y hacen circular contra-discursos, lo que a su vez les permite formular interpretaciones opuestas de sus identidades, intereses y necesi- dades ” (Fraser, 1992, p. 123). Otro elemento interesante en el que Baker y Warner tienden a coincidir con Fraser, se refiere a la crítica a Habermas desde la teoría feminista. Por un lado, el hecho de que la esfera pública burguesa fuera esencialmente masculina como parte de su propia dinámica universalista e ilustrada, donde lo femenino representaba lo particular y lo emocional (Landes en Baker, 1992). Por otro lado, el carácter cons- truido e interesado de la distinción público–privado y sus implicancias respecto de la valoración social histórica de la vida doméstica, del espacio de los cuidados, del ámbito de la violencia intrafamiliar, entre otros (Fraser, 1992). Todo lo cual podría resumirse en la afirmación deWarner (1992) respecto a que “ la esfera pública burgue- sa afirmó no tener relación con la imagen del cuerpo en absoluto ” (p. 382). La crítica de Garnham, por su parte, problematiza la cuestión del conflicto y las otras formas de comunicación, poniendo en evidencia el vínculo de Habermas con los supuestos elitistas de la Escuela de Frankfurt sobre la sociedad de masas. De manera que parte señalando que, por un lado, Habermas idealiza la esfera pública burguesa y, por otro, rebaja la importancia de la esfera pública plebeya, construida a partir de otro tipo de valores y formas institucionales, lo que le dificulta la posi- bilidad de teorizar sobre una esfera pública plural. Al mismo tiempo, al estar tan centrado en el discurso racional orientado hacia la búsqueda del consenso, omite las formas de comunicación que operan fuera de ambas categorías, de modo que: “ niega los aspectos retóricos y lúdicos de la acción comunicativa, estableciendo una distinción muy precisa entre información y entretención, negando por ejemplo el vínculo entre ciu- dadanía y teatralidad en la noción de festival público de Rousseau ” (Garnham, 1992, p. 360). Por último, Garnham apunta a la problemática (emergente en 1992, pero completamente instalada en la actualidad) respecto de la relación entre sistemas de comunicación globales y el fortalecimiento de una gobernanza democrática del mis- mo alcance. Otros dos autores relevantes, en su diálogo crítico con la teoría general de la

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