Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
Burguesa, plebeya, proletaria, alternativa, subalterna - 27 En términos históricos, la argumentación de Habermas apuntaba a denunciar el declive histórico de su propio constructo de esfera pública: la separación entre el Estado y la sociedad civil –que había creado un espacio para la esfera pública bur- guesa– empezó a derrumbarse en la medida en que los Estados fueron asumiendo un creciente carácter intervencionista y en la medida en que los intereses de grupos organizados se convirtieron en parte constitutiva del proceso político. Al mismo tiempo que las instituciones que una vez ofrecieron un fórum a la esfera pública burguesa (como la prensa, por ejemplo) iban desapareciendo o sufriendo un cambio radical, producto de su mayor propagación y comercialización. Todo eso habría contribuido a un declive de lo público, en el cual los medios de comunicación de masas habrían tenido una importante responsabilidad. Todo lo anterior nos coloca así ante una modernidad incompleta, incapaz de cumplir sus promesas de emancipación de otro modo que no sea la recuperación del sentido ori- ginal de constitución del espacio público como el lugar del intercambio dialógico. Esta reflexión es la que abre paso a su teoría de la acción comunicativa (“ la razón comunicativa ”), dejando atrás su reflexión sobre “ la razón práctica ” (Pinter, 2004, p. 224). De manera que en su obra hay un tránsito “ de una teoría de la esfera pública que se basa en una filosofía materialista modificada de la historia a una teoría de la esfera púbica que se basa en la teoría discursiva del derecho ” (Pinter, 2004, p. 225). Habermas se ubica teóricamente dentro de una segunda ola de la Escuela de Frankfurt, cuyo canon respecto a la “industria cultural” y la “cultura de masas” se encuentra representado en la obra previa de Adorno y Horkheimer. Para estos au- tores, la industria cultural es vista como la otra cara de la dominación capitalista sobre el sujeto moderno y cada uno de sus productos “ es un modelo de la gigantesca maquinaria económica que mantiene a todos desde el principio en tensión, tanto en el trabajo como en el descanso que se le asemeja ” (Adorno y Horkheimer, 2007, p. 140). Trazar las relaciones entre estos autores y Habermas nos permite comprender mejor de dónde viene su visión pesimista respecto del rol de los medios de comunicación de masas en las democracias del siglo XX en su reflexión sobre el declive de la esfera pública. El primer cuestionamiento al concepto de esfera pública de Habermas, vino –paradójicamente– de parte del círculo intelectual de la Escuela de Frankfurt. A pesar de los matices entre ellos, estos autores –contemporáneos de Habermas–, se caracterizaron por llamar la atención respecto de las formas propias de sociabilidad de los sectores populares y obreros en formación durante los siglos XVII, XVIII y XIX, que de acuerdo a sus investigaciones, habían permitido también a estos sec- tores históricamente privados de derechos, debatir asuntos públicos y ejercitar una notable influencia política. En 1972, Oskar Negt y Alexander Kluge, publicaron “ Öffentlichkeit und Er-
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