Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
212 – Opinión pública contemporánea el marco de un interrogatorio, las cuales son débiles, volátiles y definidas por los me- dios de comunicación que usan la imagen, de modo que ésta no se estructura equi- libradamente a partir de flujos informativos que combinan hermetismo y apertura hacia los discursos mediáticos. La encuesta de OP se asimila a la democracia repre- sentativa, pre-definiendo las problemáticas y encerrándolas sobre configuraciones de intereses que emanan de la elite o de los grupos dominantes en determinados contextos socio-históricos. Si la OP supone el encuentro de discursos, entonces se puede conceptualizar en relación la idea de proceso. Nöelle-Neumann (1995; 2012) desarrolla una teoría de la OP en base a datos de sondeos, donde establece que su dinámica se sostiene en un proceso social que motiva la integración y el control (sociales) de las opiniones en torno al consenso sobre los tópicos públicos: la opinión mayoritaria absorbe a la minoritaria, encarrilando la definición de la OP. Para Sartori (2010), el proceso de OP supone movimientos hacia abajo (modelo de cascada de Deutch) y hacia arriba (burbujeo) entre varios niveles (de flujos informativos hacia abajo y de retroacciones de retorno ): las elites económicas y sociales, las elites políticas y el gobierno, los me- dios de comunicación, los líderes de opinión y la ciudadanía ( demos ) (Sartori, 2010). Los diferentes niveles no necesariamente son homogéneos discursivamen- te. Con Sartori los eventuales niveles del proceso se aclaran, en tanto que Crespi (2000) especifica con mayor detalle los estadios implicados en el mismo. El autor señala que la “ opinión pública aparece, se expresa y desaparece como parte de un proceso tridimensional, en el que las opiniones individuales se forman y cambian ” (p. 27). Las opiniones individuales emergen y se movilizan en una fuerza expresiva de juicios colectivos, integrándose al sistema rector de un pueblo. Cada dimensión implica un sub-proceso: transacciones entre los individuos y sus ambientes; comunicación en- tre individuos y las colectividades que los acogen; y legitimación política de la fuerza colectiva emergente. Es un modelo analítico donde las dimensiones se relacionan en función de una causalidad multi-direccional. A su vez, Price (1994) propone que la OP se forma en base a la simultaneidad entre la acción individual y la colectiva. La acción del grupo emerge en igual momento que las acciones de los miembros individuales situados dentro del grupo. En el curso de la acción colectiva, hay una reciprocidad continua entre las conductas individuales y las estructuras sociales den- tro de las que ocurren. En ese marco, cabe la pregunta por las posibilidades de la encuesta para captar tales movimientos de la OP, no quedándose en la imagen estancada de opiniones que, según lo ya señalado, apenas logran tocar lo implicado en la complejidad del fenómeno. Es desde el cuestionamiento a la asimilación entre la OP y la encues- ta, donde adquiere relevancia el estudio de los elementos que articulan su estudio, como fórmula epistemológica para actualizar de otros modos posibles los elementos
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