Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
Medios de comunicación y opinión pública - 203 como elemento de propaganda y le concedieran mayor relevancia a los programas y propuestas. Otros sostienen que “el liderazgo en política requiere saber no sólo cómo hay que seguir a la opinión pública, sino también cómo hay que conducirla. Los dirigentes políticos no distinguen este doble rol y, por ello, olvidan que las en- cuestas no pueden sustituir al liderazgo” (Huneuus, 2007). Conclusiones Los estudios político-electorales en Chile partieron hace ya 50 años en las universi- dades y se llevaban a cabo con los más altos estándares éticos y técnicos disponibles en esa época. Luego comenzaron a ser utilizados como herramientas de propaganda política, posteriormente estuvieron prohibidos durante la dictadura militar y hoy se usan para posicionar a las consultoras en la industria de los estudios de opinión y de mercado y para favorecer a determinados candidatos a través de la creación de una imagen de triunfo. Lo anterior, junto con la gran acogida que tienen en la prensa y la ansiedad de los políticos por la evaluación que les otorga la ciudadanía, ha generado una proli- feración de encuestas, la mayoría de ellas realizadas al margen de normas técnicas y éticas mínimas. Esta situación afecta fuertemente el proceso de ampliación y con- solidación de la democracia, como asimismo desprestigia tanto a las consultoras y empresas dedicadas a esta actividad, como a la industria en general. En Chile esta situación se ve agravada por la alta concentración de la propiedad de la prensa escrita, en dos grupos específicos cuyos intereses políticos y económicos responden sólo a una orientación político-ideológica, lo que atenta contra la diver- sidad y la transparencia de la información. A través de este trabajo intentamos llamar la atención sobre el estado crítico en que se encuentra la industria de los estudios de opinión –especialmente las encues- tas político- electorales–en Chile. Desafíos futuros Nuestras expectativas son más bien modestas respecto a que el panorama actual pueda cambiar, por varias razones. Primero, porque las encuestas ya se instalaron, la encuesta telefónica ya está aprobada, los medios la validaron, los políticos la aceptan y nadie se cuestiona su solvencia técnica. Segundo –y esta es una objeción a nuestros colegas– es muy tentador hacerse famoso con una “encuestita” cualquiera más allá de su solvencia técnica. A pesar de este pesimismo, es posible evitar que la situación actual escale a una crisis más grave aún. Para ello es necesario que los diferentes acto- res concuerden en la necesidad de un marco regulatorio mínimo para esta actividad y que dicho marco debiera incluir tanto cuestiones técnicas, como éticas.
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