Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación

200 – Opinión pública contemporánea ADIMARK CADEM CRITERIA Piñera 24 24 33 Guillier 19 15 18 Sánchez 11 4 21 Tabla 1. Comparativa Encuestas de Intención de Voto. ( Fuente: Elaboración Propia). Estas diferencias en los resultados confunden al público que se pregunta, con razón, cómo es posible llegar a resultados tan diferentes, si es que se aplica una me- todología supuestamente científica. Por cierto, no parece razonable exigirles a las encuestas el mismo nivel de precisión de las balanzas, termómetros o aparatos de presión, pero, ante diferencias tan abismantes, es inevitable dudar de la confiabi- lidad y utilidad de estas encuestas. En nuestra opinión, la encuesta es una buena herramienta al servicio de los estudios de opinión, pero, para que entregue resulta- dos certeros y confiables, debe cumplir ciertas normas técnicas que claramente, la mayoría de las encuestas que comentamos no han respetado. Por otro lado, esas dudas pueden conducir a un proceso de desprestigio crecien- te de las encuestas como instrumento; desprestigio que ya no sólo se va a limitar a su rol en las campañas políticas, –lo que de por sí sería muy negativo– sino que puede hacerse extensivo a otros ámbitos (como los estudios de mercado, por ejemplo) en los que la encuesta ha demostrado su valor como instrumento confiable para co- nocer percepciones, actitudes y demandas de determinados segmentos y, por ende, para disminuir el riesgo implícito en la toma de decisiones. De otra parte, es importante distinguir dos momentos centrales en la realiza- ción de una encuesta. El primer momento está relacionado con el proceso de re- colección de la información y tiene que ver con los aspectos técnicos que hemos esbozado y el segundo, con el análisis e interpretación de la información obtenida, que normalmente se hace al margen de toda rigurosidad científica. Esto último pasa a ser central, ya que al ser los resultados y conclusiones los que se difunden, es precisamente en este ámbito donde se pone en juego la seriedad, consistencia y calidad de una encuesta determinada. No pocas veces la interpreta- ción que se hace de los resultados por parte de quienes las difunden es insuficiente o se hace de manera sesgada, ya sea por limitaciones profesionales o desconocimiento técnico, o por algún interés particular, por ejemplo crear una imagen de triunfo a favor de determinados candidatos o generar una corriente de opinión a favor o en contra de cierto evento. A pesar de que la evidencia empírica es categórica en cuanto a la nula influencia de la imagen de triunfo como factor de refuerzo electoral al candidato favorecido, el uso de encuestas como propaganda a favor de determinados candidatos es extrema-

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=