Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación

Medios de comunicación y opinión pública - 189 La gran mayoría de los estudios de opinión en este período se centran en dife- rentes tópicos relacionados con el voto en el plebiscito, dada la trascendencia de éste para la recuperación de la democracia en Chile. La importancia del plebiscito para el futuro democrático del país determinó además que la mayoría de las encuestas se llevaran a cabo con apego a normas técnicas mínimas que garantizaran resultados confiables. La derrota de Pinochet en el plebiscito (octubre de 1988) se completó con el triunfo de la Concertación de Partidos por la Democracia en la elección presiden- cial de 1989, para la cual también se efectuaron numerosas encuestas que anticipa- ban el triunfo del candidato opositor Patricio Aylwin por un amplio margen, tal como efectivamente ocurrió. La transición a la democracia marca el inicio de las series de encuestas políticas de carácter periódico llevadas a cabo por algunos centros de estudio, con el objeto de seguir la evolución de la opinión pública en torno a un conjunto de temas relevantes de la agenda pública (principales problemas del país, valoración de la democracia, adhesión a bloques y partidos, imagen de instituciones políticas, liderazgos políti- cos, intención de voto en períodos pre electorales). La atención que los medios de difusión, los actores políticos y el público en general le conceden a las encuestas, las llevan a asumir un protagonismo cada vez mayor en la vida política del país. Este protagonismo, sin embargo, en vez de es- timular una mayor calidad que redundara en encuestas más confiables, produjo el efecto exactamente contrario: la proliferación de encuestas que, a pesar de su escasa solvencia técnica, logran captar el interés de los medios por difundirlas. La actualidad (2001 a 2016) En los últimos 16 años, se ha consolidado y acentuado el protagonismo de las en- cuestas, con una tendencia a realizarlas y publicarlas por parte de los medios, cada vez con menos referencias a los aspectos técnicos centrales y, en algunos casos, hasta omitiendo la identificación del organismo ejecutor, lo que las convierte en una espe- cie de “encuestas fantasma”. Por otro lado, los medios de comunicación, ya no solo las publican, sino que anuncian y generan expectación (y expectativas) entre el mundo político ante la proximidad de los resultados de tal o cual encuesta (“Esperando la CEP” o algo similar fue el titular de algunos noticiarios de TV o de portada de algún diario, en la víspera de la publicación de los resultados de su encuesta, anunciada por el Centro de Estudios Públicos). Desde nuestro punto de vista es preocupante que, no obstante el progreso téc- nico experimentado y los niveles de sofisticación alcanzados por la “industria de las

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