Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
Hay algo ahí afuera - 17 como un enigma, como el jeroglífico espetado por las “mayorías silenciosas” que sorprendían al opinar electoralmente (o no). Se nos dijo: “que la Universidad de Chile, tenga un observatorio de Chile y sus actores colectivos, que estudie sus ver- daderas opiniones con investigaciones verdaderamente científicas”. Instalar un do- micilio público de un hacer público, para el bien público, como corresponde a una Universidad, la de Chile. Nos pareció loable y desafiante la invitación, pero ya nos habíamos enterado de las sospechas sobre la OP y de sus evidencias, ya habíamos cruzado el umbral de todas las distinciones asociadas. No había vuelta atrás. Preferimos hacernos un lugar, ocupar el lugar de cruce entre las sospechas sobre la evidencia de una OP y las evi- dencias de su existencia bajo sospecha. Un observatorio sin torre ni panóptico, un observatorio como disposición, lugar, para investigar las acciones destinadas a hacer OP, a medirla, a conceptuarla, a documentarla, a identificarla, etc. No hemos levan- tado un espacio institucional, un laboratorio o unidad académica, para investigar la OP, sino hemos actuado de okupas entre las reales acciones destinadas a conocer y hablar de la OP, okupas de los edificios teóricos, okupas en medio del afanoso trabajo de los estudios mediante encuestas y grupos focales, okupas en los eventos internacionales de asociaciones científicas dedicadas a la OP. Conceptualmente asumimos un clásico functor: lo unitario se compone, está compuesto, las divisiones se hacen trabajar por las redes unitaristas del orden insti- tucional, hay unidad y multiplicidad, las divisiones se ahondan y al mismo tiempo demandan del trabajo institucional de unificación (nacional, estatal, mercantil, so- cial, comunitaria, etc.). La división social del trabajo, es reconocible en la unidad de la OP, así como el trabajo por identificar las diferencias para re-unirlas. Nos propusimos seguir la pista que va de Una esfera pública y su comunicación, a los diversos espacios públicos para comunicarse, espacios y tiempos para poner en común, allí donde tiene lugar lo común. Es el campo de las teorías de lo común que alimentan las comprensiones de OP. Las teorías de lo común para el caso de la OP, pensábamos, pasaban por los debates contemporáneos sobre el estatuto del socius , de la acción social, los debates actuales sobre la categoría de relación social, por una parte. Por otra al área de lo que se ha denominado teorías de la comunicación, en general, a veces teorías de la comunicación social (¿cuáles serían las comunicaciones no sociales?), otras veces las teorías sociales de la comunicación (existiendo teorías no sociales de la misma). Eran ambos accesos a búsquedas que dieran con los debates teóricos sobre OP, ambos accesos –teorías de lo social y teorías de la comunicación– los que pensábamos podrían conducirnos a inscribir, a poner a prueba, nuestras in- tuiciones sobre la OP. Desde allí hemos reconocido las expresiones de división social del trabajo de la OP y de los haceres OP. Es posible reconocer las dos riberas del escurrir público
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