Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación

16 – Opinión pública contemporánea Un narrativa posible del virtual ad versus tendría más o menos el siguiente argu- mento: si Habermas nos ha mostrado cómo la OP ha sido el principio/fundamento, al mismo tiempo que los mecanismos deliberativos, de la vida social moderna (su ciudadanía, democracia e institucionalidad), la sospechada re-feudalización de tal OP, propuesta por Habermas, continúa en formas que no alcanzan a suprimirla ni a reemplazarla por otros fundamentos y mecanismos, pero alienada en monstruos como las encuestas de opinión pública, según Bourdieu. Separar la aspiración comprensivo-metafísica del “ser social”, de las operaciones técnicas que producen estadísticamente su imagen distributiva, “esta opinión no existe”. Parece una advertencia para volver a buscar en las formas de poner en común los sentidos de la acción social, insistir en el estatuto común de toda acción humana, su condición comunicativa, fuente de todas las variantes histórico-teóricas, políti- cas, de lo común: la comunión, las mancomunales, la Comuna, el comunismo, y los nuevos comunitarismos, en fin. Digamos que no se puede aspirar a comprender los fenómenos asociados a la OP sin estudiar la producción de opinión mediante encuestas, en su parcial nega- ción de cierta condición pública de la opinión, como en su meta-producción propia al simulacro del primer invento virtual de la historia: la palabra. Como si el ad versus referido, fuese un capítulo en la obra mayor de las búsquedas inteligibles sobre la condición humana Las sospechas sobre la OP, vuelven a encontrarse en nuestras búsquedas teóri- cas, desde las teorías sociales a las teorías de la comunicación social. Las sospechas de una evidencia vuelven a aunarse en la desunión de una evidencias de tal sospechosa unión de ambos vocablos. Hay algo ahí afuera. Desde el observatorio Como okupas en el lugar que encontramos entre las sospechas evidentes y las evi- dencias de una sospecha, suspendimos la pregunta por el estatuto de lo que habría ahí afuera y dirigimos nuestra atención a las acciones comprensivas de aquello, a los afanes que desde las ciencias sociales y las humanidades, se realizan para conocer, estudiar y actuar en medio de la OP. Habitamos ese lugar de evidencias y sospechas, como observadores de quienes observan la OP. En los medios académicos se nos propuso hacer “reales” estudios de OP, cientí- ficamente bien fundados. Se nos propuso, también, estudiar los problemas reales de las chilenas y los chilenos, conocer las transformaciones de la vida social en nuestro país. Se nos propuso un Observatorio que hiciera las encuestas de mayor calidad científica para conocer aquellas cuestiones que la OP guardaba como rumor, como habladurías, como secreto a voces, exhibidos después de cada elección nacional

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