Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
Hay algo ahí afuera - 15 la web y sus “punto-cero”, a las redes sociales digitales. Por allí circula “aquello”, lo que “hay allí afuera”, todas y ninguna persona, todos y ningún comunicante, la OP. Por ello, no podría faltar en un libro como este, tales aproximaciones que buscan “allí afuera”, indiferentes a la majadera distinción apocalipsis/integración, ahora en la matrix de las “redes sociales digitales”, allí las huellas de la escurridiza y veleidosa OP. Las evidencias de una sospechosa OP, que aparecían en nuestras búsquedas de aquella en las teorías de la comunicación social, encuentren quizás su escena más expresiva en el figurativo enfrentamiento de Habermas versus Bourdieu, más bien a la inversa para otros. Si en Habermas (1981) encontramos una suerte de operación intelectual mayor: históricamente situada en el boom de las teorías de la comunicación social, propo- ne una tesis con toda el aura teórico social, empírico-metafísica, de una Escuela de Frankfurt tan oráculo como canto de cisne, una operación con ademanes historio- gráficos y perfomance de filosofía social, su historia y crítica de la OP. Recordemos que su obra sociológicamente olímpica continuará las hebras categoriales de su his- toria y crítica, habría que entender su “Teoría de la acción comunicativa” en los ba- rruntos de su historia y crítica. En “ La opinión pública no existe ” (Bourdieu, 2000), un breve ensayo, agudo y contestatario ante la presencia omnímoda de los vocablos OP en las discusiones teóricas sobre las formaciones sociales contemporáneas, pero especialmente del uso de las encuestas en la elaboración de teorías sobre las sociedades contemporáneas, sobre sus transformaciones, sus “mutaciones” (palabra furiosamente odiada por Bourdieu). Se trata de una querella contra la identificación de algo como una OP y las encuestas de opinión. Las encuestas de opinión con su centralidad política, su gravitación en las ciencias sociales y su labor comprensiva, la encuesta como expre- sión de la borradura entre realidad histórica y su investigación, borradura hecha por las operaciones tecnológicas de medición. Un intelectual dedicado toda su vida a realizar ciencia de lo social, a defender los estudios empíricos para fundar perspecti- vas comprensivas globales e históricas de las formaciones sociales, un artesano con- ceptual en medio de las fábricas de la ciencia del Estado, las estadísticas, un científico social tan asiduo a las estadísticas como desconfiado de ellas, Bourdieu, desconfía de la sustitución intensiva y cada vez más frecuente de las estadísticas en el lugar del concepto. Tal como termina el ensayo mencionado, sus tres últimas líneas: “Simplemente digo que la opinión pública en la acepción implícitamente admitida por los que hacen encuestas de opinión o por los que utilizan sus resultados, simple- mente digo que esta opinión no existe” (Bourdieu, 2000).
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