Opinión pública contemporánea: otras posibilidades de comprensión e investigación
Hay algo ahí afuera - 11 de siglo XX “publicidad” significaba “vida social pública”, durante el siglo XX “pu- blicidad” cambia de significado a lo que entendemos como actividad publicitaria: anuncios y spots, puesta en circulación de consignas y slogans. La transformación del significado de la palabra castellana publicidad es la huella de la transformación estructural de una categoría de la sociedad burguesa, “la trans- formación estructural de la vida pública”, señala Domènech. Justamente de esto trata la investigación de Habermas: si la publicidad burguesa, la opinión pública como “ideal de publicidad burguesa”, se ha re-feudalizado por su captura corporativa, si ha acontecido la captura de la opinión pública por intereses corporativos, lo que nos queda es un principio y mecanismo (publicidad como categoría) superado por su representación y, sin embargo, no disuelto ni anulado como principio y mecanismo de las sociedades modernas (burguesas). La OP no es lo que fue, pero no hay relevo de otro principio y mecanismo de la vida pública, de la moderna vida en común, de las “comunidades de hombres libres”. Volvamos a la sospechosa sustitución efectiva: fines sustituidos por sus medios, la OP representada por los “medios” de comuni- cación, la vida pública por la actividad publicitaria: “el sueño de la razón produce monstruos”. Quizás el omnisciente carácter sospechoso de la OP, sea uno de los principales méritos para convertirlo en objeto de investigación de las ciencias y las humanida- des. Más aún, la OP constituye uno de los objetos de investigación científica por excelencia en las disciplinas de las ciencias sociales, especialmente para la economía, la psicología social y la sociología, precisamente la OP expresa el crisol que va y viene de lo individual a lo colectivo, tornasol moderno en el que se inscriben las ciencias sociales. Y tal imago puede medirse de a uno, muchos unos cuyas medidas pueden reunirse en unos muchos, tales muchos en representación de todos. Eso hace la es- tadís tica, también ciencia de Estad o ocupada de metaforizar las relaciones sociales y sus estructuras para conocerlas ¿Qué otra cosa es una variable, sino una metáfora distributiva de cualquier relación social? Si la OP puede medirse, es porque coincide con las medidas. Entonces la actividad científica que mide la OP se contagia de su carácter sospechoso. No hay estudio estadístico de OP que no provoque sospechas públicas, independientemente del prurito metodológico-técnico. La sospecha, cualquier y toda sospecha, es madre de conjeturas e hipótesis, es partera de la curiosidad, sustrato cognoscente de todo tipo de investigación, de in- dagación y examen. De modo que la sospecha bajo la cual reconocemos a la OP, no conduce únicamente a su rápido despacho al cerciorarse de un engaño, de una ma- nipulación, sea ella la opción totalitaria por excelencia de comprender la sospecha. Pero, no es la única modalidad de sobrellevar una sospecha, hay aquellas inquietas modalidades de comprender la sospecha como atención escépticamente situada,
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