Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe

70 familias comenzaron a enfrentar el riesgo de pasar hambre o comer muy mal, especialmente en las pe- riferias de las ciudades y en comunidades rurales en situación de pobreza extrema (ANA, 2020). A este respecto, la Articulación Nacional de Agroecología (ANA) exige la asignación inmediata de mil millones de reales al PAA, recurso suficiente para la adquisición de 300 mil toneladas de alimentos que, según Petersen y Monteiro (2020), podrían abastecer a 11 millones de personas durante más de 60 días. Exigen también la ampliación del presupuesto del programa a R$ 3 mil millones para fines de 2021. Además del aumento presupuestario, el grupo de dirección del PAA necesita agilizar el trabajo de definición de procedimientos operativos y reducir su burocracia, priorizando modalidades de compra directa y compra con donación simultánea. Además, enfatizan que se debe asegurar por el cumplimien- to de las normas relativas a la participación de las mujeres en el PAA. La reciente movilización de la sociedad civil para la reanudación inmediata del PAA alcanzó su primer éxito con el anuncio de la Medida Provisional 957, el 27 de abril de 2020, que destinó 500 millones de reales del presupuesto federal al programa. Este logro demuestra la capacidad de la sociedad civil para proponer y abogar ante el gobierno que da la espalda a las necesidades del pueblo. En la actualidad, la reanudación del PAA puede jugar un papel fundamental para asegurar una nutrición más equilibrada, ya que la tendencia es que la población gaste sus recursos en unos pocos considerados el “grueso” de los alimentos, como frijoles, arroz, azúcar y fideos. Además, fortalecerá a los agricultores y agricultoras que han visto rotos sus canales de comercialización a través del cierre de restaurantes, cafeterías, mer- cados abiertos, fieras libres y escuelas. Ante esto, muchos gobiernos estatales y alcaldías están dejando de comprar de las familias campesinas para comprar de las grandes cadenas de supermercados, esto representa más alimentos ultraprocesados y menos alimentos frescos y saludables, sin pesticidas, en la mesa de los brasileños en el momento en que más necesitamos salud. Este hecho agrava aún más la si- tuación de las familias campesinas que han dejado de comerciar y, a su vez, ven reducidos sus ingresos y circulando menos dinero en el municipio donde viven. La sociedad civil se organiza para presionar a los gobiernos para que cumplan con lo determinado por el PNAE, un ejemplo fue la campaña lanzada por el Foro Brasileño de Seguridad Alimentaria y Nu- tricional (FBSAN) y la Articulación Nacional de Agroecología (ANA) “La agricultura familiar es salud en la alimentación escolar”. Según Agnaldo Rocha (2020), con el cierre de escuelas se ha intensificado el incumplimiento del PNAE, pues los alcaldes comienzan a no comprar ningún tipo de producto de la agricultura familiar para las escuelas, generando un doble camino que conduce al fantasma del ham- bre. Por un lado, muchas familias ya no tienen su comida principal o única del día, que se sirve en las escuelas. Al contrario, el agricultor y la agricultora no vende y no mejora sus ingresos, por lo tanto, el derecho ganado a través de años de lucha por diversos sectores de la sociedad civil, ya no es efectivo. La campaña “la agricultura familiar es salud en la alimentación escolar”, alerta que en muchos muni- cipios la solución encontrada por el gobierno es la creación de bolsillos de comida para entregar a los estudiantes, o la creación de una “tarjeta de alimentos” - con valor promedio de R$ 55,00 - a ser utiliza- da en mercados acreditados. Así, tanto los bolsillos entregados como los mercados asociados en estas alianzas, en su mayor parte, no cuentan con productos de la agricultura familiar (Rocha, 2020). En otras palabras, el dinero que aún se inyecta a la economía con recursos públicos no llega a los agricultores y agricultoras familiares. Como consecuencia, la cultura alimentaria de los propios estados y municipios se ve afectada, ya que, más allá de reemplazar los ingresos de los agricultores(as) por los de grandes redes de mercado, incluso se reemplaza la comida de calidad de la agricultura familiar, por alimentos ultraprocesados. Agnaldo Rocha (2020), atenta a que, en muchos casos, las familias de estos alumnos que dejan de ali- mentarse en las escuelas son formadas por padres y madres agricultores, y que no pueden vender a municipios y estados. La falta de flujo de producción no solo expone a toda la estructura familiar a una

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