Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe

55 menos que las de países de ingresos altos, y la mayor parte de esta inversión corre a cuenta del sector público (CAF, 2018) Una vez que comprendemos lo expuesto, tenemos una base sólida para finalmente analizar ¿Qué es lo que nos tienen que decir las “Las cadenas urbanas de valor” frente a esta situación? En un primer momento nos interpela y nos plantea un ideal ¿Cúal es el ideal que nos plantea esta visión? La visión ideal que nos plantea es que cuanto más cadenas interurbanas existan, en otras palabras, cuanto más vinculaciones entre pymes exista y se presenten menos ausencias de eslabones en los circuitos produc- tivos locales, mayor será el derrame de conocimiento. Por tanto, mayor será la capacidad de innovación y se potenciaría el crecimiento de las mismas, con todas las implicancias que esto conlleva. En última instancia, por tanto, un mayor número de cadenas urbanas de valor en un circuito productivo, generará un mayor bienestar, igualdad y riqueza. ¿Por qué podemos afirmar esto? En primer instancia por la naturaleza del conocimiento. Pero, antes cabe preguntarnos ¿Qué es conocimiento? El conocimiento incluye todo lo que conocemos sobre el mundo, desde las leyes básicas de la física hasta el plano de un microprocesador, cómo coser una ca- misa o pintar un retrato. La definición debe ser amplia al incluir no solamente la alta tecnología sino también aquello que parece rutinario. Entonces ¿Cuál es su naturaleza? El conocimiento o las ideas son un sujeto de un incremento de ganancias al ser un bien no rival (varias personas pueden usarlo al mismo tiempo sin impedir el uso que puedan hacer otras personas). Todos podemos compartir o reu- sar ideas a un costo cero o casi nulo. A medida que acumulamos más ideas y conocimientos acerca de cómo funciona el mundo o de cómo extraer el mejor uso de los finitos recursos que brinda el planeta, permitimos que la economía se desarrolle (Cortright, 2001). La idea es sencilla, cuantos más actores haya en cada eslabón y mayor sean las vinculaciones, mayor será el intercambio de conocimiento y por tanto mayor el valor agregado. Pongamos un ejemplo, pen- semos nuevamente en la industria del pan. Supongamos que una harinera, desarrolla una nueva receta que permite un sabor más intenso. Esta harina agregaría valor al producto final, el pan, dándole un mayor valor agregado, más posibilidades de recetas y posiblemente un mayor número de ventas. Un impacto individual con implicancias en lo colectivo. En este momento, posiblemente algunos se pregunten ¿Qué sucederá con las empresas competidoras, por ejemplo las demás empresas harineras? Ante esta pregunta cabe recordar la naturaleza de esta visión. No viene a sustituir la visión actual de economía, sino que nos propone un nuevo enfoque. Si analizamos fríamente el modelo ideal planteado por las cadenas urbanas de valor, podremos denotar que es prácticamente un espejo del mercado ideal y de la noción de especialización. Por tanto, ante la cuestión de qué sucederá con la competencia, nos remitimos a la idea de continua entrada y salida de empresas, las empresas que no pueden afrontar el contexto desaparecen y en su lugar aparecen otras (Samuelson, p. 25-30) No obstante, cabe recordar que al igual que el modelo ideal de mercado, precisamente este es también un ideal. Una idea a la cual llegar y que en la realidad no se da de esta manera, siendo víctima también de las imperfecciones del mercado. Sin embargo, no las observa de la misma manera sino que al ana- lizarlas desde un plano más local y focalizado, permite evaluarlas en detalle. Pongamos un ejemplo, nuevamente retomando el caso del pan: En una ciudad X, el análisis de cadenas urbanas de valor revela una gran concentración del sector en el último eslabón, las panaderías. Existiendo grandes faltantes en eslabones anteriores. Esto nos permite observar no un posible monopolio en la región, sino además un síntoma de falta de innovación. Ya sea por falta de conocimiento, costos o simplemente una cuestión sociológica.