Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe

35 LA GRADUACIÓN DE LA AOD La graduación de la AOD presupone que un país alcanzó un estatus de “desarrollado” por haber cru- zado un umbral de renta per cápita arbitrario, desconociendo que el desarrollo es un proceso multi- dimensional. Invisibiliza la necesidad de consolidar los logros para evitar retrocesos frente a posibles shocks sistémicos, en un mundo crecientemente globalizado e interdependiente, conspirando con el logro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible que interpela a los países a trabajar de manera coordinada. Ello se ve exacerbado en el caso de las economías latinoamericanas, que enfrentan “tram- pas” (OCDE et al., 2019) y “brechas estructurales” (CEPAL, 2012), al tiempo que deben hacer frente a de- safíos adicionales asociados a un nuevo contexto en su transición hacia el desarrollo sostenible, marco en el que la AOD continúa siendo estratégica. Alonso et al. (2014) plantean que asumir únicamente el criterio de INB per cápita para la determinación de la ayuda puede generar dos tipos de problemas: a. de equidad, al tratar distinto a países con indi- cadores muy similares (elegible vs. no elegible) y b. de incentivos, al “castigar” el progreso registrado por países en desarrollo a través del retiro de la ayuda, mientras se “premian” los malos resultados por medio del mantenimiento de la AOD. Asimismo, puede producirse una “retirada masiva” y probable- mente no coordinada de la ayuda internacional, con potenciales impactos negativos en la estabilidad y sostenibilidad de los avances registrados por el país receptor (Alonso et al., 2014). Sin embargo, la graduación está dejando progresivamente a la región fuera de este esquema de coo- peración, en tanto se espera que al menos trece países sean graduados antes de 2030 y ocho adiciona- les lo sean en los años subsiguientes, lo que implica una exclusión de casi el 70% de los países latinoa- mericanos en el mediano plazo (Malacalza, 2019). La pandemia del COVID-19, fenómeno posterior a dichas estimaciones, pone de manifiesto la fragilidad de los avances registrados en las últimas décadas y la necesidad impostergable de fortalecer (y no debilitar) los mecanismos de cooperación internacio- nal en el mundo post-pandemia. Si bien la graduación es un fenómeno que se manifiesta desde hace varias décadas, existen escasos estudios de impacto porque los países graduados con anterioridad continuaron recibiendo apoyos al- ternativos. En efecto, los países europeos recibieron fondos de estabilización de la Unión Europea (UE), Pequeños Estados Insulares cuentan con mecanismos propios al ser reconocidos como una categoría específica por Naciones Unidas, países petroleros de Oriente Medio y Asia o estrechamente asociados a una potencia protectora contaban con fuentes de ingresos extraordinarias sustitutivas, lo cual contri- buyó a amortiguar los efectos de su graduación (Vignolo y Van Rompaey, 2020). Es decir, no es hasta recientemente que comienzan a ser graduados países que, posteriormente, no reciben ningún tipo de apoyo específico para apoyar su nueva situación. Ejemplos de lo anterior son Chile y Uruguay, países graduados desde 2018 pero que comenzaron a re- cibir menos flujos de AOD años antes de su efectivización: según datos oficiales, aquellos se redujeron casi la mitad entre 2012 y 2016 en Uruguay y un 63% en Chile en el año 2015 con respecto a 2014, tras el anuncio de graduación por parte del CAD. A partir de la información disponible, puede afirmarse que algunos de sus efectos negativos, adicionales al cese de la recepción de recursos no reembolsables, son: restricciones al acceso a becas de formación académica y profesional, así como a algunos fondos globales en principio no regidos por los criterios de la AOD; cambios en las condiciones del financia- miento reembolsable para el desarrollo; aumento de las contribuciones nacionales a los organismos multilaterales y efectos negativos sobre el accionar autónomo de las organizaciones de la sociedad civil, al aumentar su dependencia del financiamiento del Estado (Alemany, 2017; Vignolo y Van Rompaey, 2020). Por lo tanto, se da una paradoja en la que la graduación, al tiempo de reconocer a los países sus avances, amenaza su consolidación.

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