Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe

298 por parte de sus empleadores, derivado de la falta de garantía de sus derechos en el país extranjero. Como última etapa está el retorno, como diría Durand (2006), el retornar es una decisión parecida a la de la partida. Esta fase no es tan estudiada como las anteriores, debido principalmente a la falta de da- tos confiables sobre el retorno de los migrantes. Aquí también hay un componente de género, tal como expresa el caso mexicano, los hombres tienden más a retornar, mientras que las mujeres prefieren el establecimiento, lo que puede ser explicado a través de mayor eficacia en los procesos de adaptación por parte de las mujeres, es decir, “los hombres se adaptan al mercado de trabajo, mientras que las mujeres adoptan el ritmo y los matices de la cotidianeidad” (Durand, 2006). En términos amplios, el género se ha convertido en un elemento esencial para el análisis diferenciado en las Ciencias Sociales, y de manera especial para los estudios migratorios. De esta forma ha podido develar un fenómeno al que se le ha llamado feminización de la migración, que, aunque en términos numéricos sí expresa un aumento de las mujeres en los procesos migratorios, también devela las rela- ciones de poder al centro de las familias, es decir, a las mujeres se les consideraba “acompañantes” de los varones en la migración. Se sostenía que las mujeres migraban porque tenían que cumplir con “los deberes de pareja” y también como cuidadoras del hogar (en el caso de viajar con hijos) (Ariza, 2000). Sin embargo, se ha demostrado a través de estudios cualitativos que la feminización de la migración también implica la participación de las mujeres de manera autónoma en el proceso migratorio, viajando bajo necesidades y proyectos de vida propios de sus realidades (Woo Morales, 2007a, p. 24 y 25). Sin embargo, esta “autonomía” a la que se liga la decisión de migrar se encuentra limitada en cierta medida por la dependencia del mercado, que a su vez plantea una reconfiguración de la familia, sobre todo en aquellas que son monoparentales con jefatura de familia femenina, ya que las jefas de familia migrantes toman el papel de proveedoras de hijos y tomadoras de decisiones. Además, derivado del aporte del género, se atañen nuevas “subjetividades” que implican cambios en grupos poblacionales, migración y su inserción tanto en los aspectos culturales4 y en las del mercado en el lugar de destino (Unda & Sara Victoria, 2012), por ejemplo, es necesario mencionar que son las mujeres de los estratos más bajos quienes migran en busca de mejores ingresos para ellas y sus familias creando modificacio- nes en sus hogares, empleándose en trabajos domésticos y de cuidados, dando paso a cadenas inter- nacionales de cuidados: mientras ellas cuidan a los hijos de otras mujeres en el país de destino, son las abuelas u otras quienes cuidan a la descendencia de las migrantes trabajadoras en el lugar de origen. EXPERIENCIAS DE AMÉRICA LATINA Las experiencias para América Latina son diversas, a continuación, se ejemplifican algunos estudios que develan las realidades permeadas por la socialización del género de los y las migrantes. En este tenor, se abarca en primer lugar la migración México y Estados Unidos, con características específicas para las mujeres: la migración femenina tiene un patrón distinto de la migración masculina, no es circular, es decir, si bien se halla relacionada con el mercado laboral, tiende a crear raíces en el país de destino; las mujeres migrantes “no son una población homogénea, hay diferencias etarias, sociodemográficas y de origen que van a determinar buena parte del proceso migratorio, por ejemplo, las mujeres que viven cercanas a la zona fronteriza suelen tener más vínculos en los Estados Unidos por lo que les es más fácil acceder de manera legal al país ” (Woo Morales, 2007b). De igual forma, las mujeres que viajan hacia EE.UU. de manera ilegal son más propensas a sufrir violaciones a sus derechos, en tanto por su condi- ción de mujer y por su estatus migratorio, para México en específico, se hallan expuestas a las arbitra- riedades de los coyotes, de la delincuencia organizada y de las patrullas fronterizas, sumado a ello, con la creación del muro fronterizo se ha ocasionado un “desplazamiento de la población migrante hacia 4 Los y las migrantes se vuelven blanco de la xenofobia, se convierten en el desahogo de políticas de ultraderecha y se les estig- matiza como los “otros”: los y las indeseadas (Palacios Valencia, 2016,p. 168).

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