Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe

296 les e históricas, de manera que se internaliza lo que implica el ser varón y mujer en contextos determi- nados (Volio Monge, 2008, pp. 52-57). En tal sentido, este apartado pretende abarcar los desafíos que ha enfrentado la dimensión teórica y metodológica del género en lo social. Para ello hay que establecer que las aportaciones académicas que se han realizado sobre diversos grupos poblacionales han sufrido de aquello que las teóricas fe- ministas denominarían “ceguera al género” que implica el desconocimiento y la falta de atención de las “relaciones de género que producen una reproducción de las desigualdades” (Pérez Orozco, 2014, p. 139). La eliminación de este punto ciego es importante, porque históricamente se ha creado conoci- miento desde el punto de vista de los varones, ello implica que lo producido está influenciado por sus valores y sus creencias, de esta forma, no se pueden percatar que lo que están creando parte desde su concepción de la realidad y puede estar afectando a la producción del conocimiento en todas las etapas de elaboración del mismo, sin el reconocimiento de la realidad diferenciada para las mujeres (Blazquez, Flores, & Ríos, 2012, pp. 21 -25). Por ello, la producción del conocimiento social no daba cuenta de la subordinación de las mujeres, y cuando lo hacía era para justificarla, además de que este conocimiento partía del “sexismo dominante” sin advertir la profundidad de la sujeción. Así, el creciente interés por la investigación a partir de ma- lestares propios y colectivos dio paso a una nueva forma de crear saberes. De este modo, partiendo desde el punto de vista analítico, las desigualdades “en torno a los cuerpos humanos sexuados tienen un ámbito específico, así como dinámicas propias de la construcción y reproducción, los problemas de género y de diferencia sexual corresponden a un espacio de las relaciones sociales y deben ser estu- diados y explicados dentro del mismo”, así, habría un retorno a lo que Vilmar Faría llamaría “la vuelta a los casos de estudio” (De Barbieri, 2002), que para la presente es de suma relevancia, dado que en los estudios de migración hay un abanico para explicar la complejidad de cada una de las circunstancias que lleva a la población a salir de su lugar de origen. En este tenor, la importancia del reconocimiento de la categoría d e género en la producción social es remarcable porque: • “La realidad es dinámica y diversa [...]. En una sola cultura pueden existir variaciones” (Volio Monge, 2008, pp. 51). • “La cultura es transmisora de valores, relaciones, costumbres, tradiciones, roles [...], modos de ser y de pensar diferenciados para mujeres y para hombres y al mismo tiempo, crea los mecanismos para mantener y adaptar a cada situación, las desigualdades que las relaciones de género producen” (Volio Monge, 2008, pp. 51). • Nada está determinado. “Toda realidad debe ser investigada y diagnosticada” (Volio Monge, 2008, pp. 51). • “Los problemas pueden ser los mismos, pero suelen afectar de manera diferente a hombres y a muje- res por los roles y mandatos asignados a cada quién” (Volio Monge, 2008, pp. 51). • Por cuestiones de género, las mujeres suelen tener menos poder que los varones, por ello, su capaci- dad de agencia se ve afectada (Volio Monge, 2008, pp. 51). • Esto no implica que los mandatos de género no afecten a los varones, pero sí que su realidad dista mucho de la de las mujeres (Huacuz Elías, 2007). De esta manera, la introducción de dicha categoría permite ampliar la visión sobre los problemas dife-

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