Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe
264 (...) Al transformar los significados y las consecuencias de la migración internacional, ha implicado la conside - ración del género en los procesos y políticas migratorias, generando potenciales emancipatorios para muchas mujeres, cuya materialización debe ser objeto de buenas prácticas que deben explorarse en cada caso (p. 28). Por otra parte, el mismo autor señala que, Los rasgos actuales de la feminización de las migraciones, se incorporan en un contexto más complejo que en el pasado, entre ellos, los cambios en la economía global a nivel macro, especialmente dado por la mayor interde- pendencia de los mercados y los Estados y el aumento de la vulnerabilidad de las mujeres trabajadoras (p. 29). Un migrante, hombre promedio, se enfrenta a diario a la discriminación, la cual se define, según la Real Academia Española como, “dar trato desigual a una persona o colectividad por motivos raciales, reli- giosos, políticos, de sexo, de edad, de condición física o mental” (2019, p. 2), situación que se presenta de forma intrínseca en la sociedad. Pero cuando hablamos de migrantes afrodescendientes y princi- palmente mujeres, ya no podemos hablar meramente de discriminación, porque a lo que ellos y ellas, principalmente, se enfrentan es al Racismo. De acuerdo con un informe emanado desde la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, El concepto de racismo hace alusión a un planteamiento (de carácter doctrinario o de sentido común), que promueve la desigualdad entre “razas” humanas, insistiendo en establecer una diferenciación de los Derechos Civiles, de acuerdo a factores de carácter biológicos. El racismo suele traer consigo, también, una sobrevalora - ción de los atributos de un grupo cultural o étnico que se define a sí mismo como raza. El que el racismo pueda operar a través del sentido común, tiene que ver, al igual como ocurre con las relaciones de género, con una historia de relaciones sociales basadas en la desigualdad, la que al permear las instituciones sociales, como la educación, el acceso a la salud o la tenencia de la tierra, se sostienen en el tiempo y se refuerzan a través de la propia reproducción de la vida cultural. (Amar, D. 2009. p. 2). Así, el racismo se transforma en un sistema que rige el trato hacia las migrantes afrodescendientes, Uno podría colocar todo eso en el racismo, que implica pensar que hay una ‘raza’, lo digo entre comillas porque no existe, porque todos tenemos los mismos genes. Pero que, sin embargo, la fuerza de la raza es tan potente, que permite que el racismo se construya y se creen procesos de racialización que hoy día atacan a las y los inmigrantes y en particular a las inmigrantes. (Tijoux, E. 2019, p. 2). Ante lo expresado anteriormente, surgen dos conceptos claves dentro de los estudios migratorios, que son la racialización y cuando hablamos de la migración femenina y afrodescendiente también es importante señalar la sexualización, ambos términos se encuentran estrechamente relacionados. Así, de acuerdo con Tijoux, E y Palominos, S (2015), Los procesos de racialización y sexualización pueden comprenderse como prácticas sociales mediante las cuales se producen marcas o estigmas sociales de carácter racial y sexual, derivados del sistema co- lonial global y la conformación de identidades nacionales chilenas e inscritos en los cuerpos de subal- ternas y subalternos. Mediante estas prácticas determinados rasgos “corporalizados” son considerados jerárquicamente inferiores frente al “nosotros”, impactando epistemológicamente en la construcción de subjetividades, y justificando distintas formas de violencia, desprecio, intolerancia, humillación y ex- plotación en las que el racismo y el sexismo adquieren una dimensión práctica en la experiencia de las comunidades de inmigrantes en Chile (p. 256). De una manera más cercana a la realidad chilena, es la explicación de ambos términos que entrega Belliard, C (2015);
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