Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe

257 justicia social, cuando en realidad se encuentran articulados y muchas veces hacen que exista una doble discriminación. En lo que respecta al caso mejicano, las vertientes formadas dentro del movimiento feminista, no son más que una respuesta a la marginación padecida en razón de que el feminismo hegemónico reivindi- caba a la mujer privilegiada, mientras que era olvidada y excluida del discurso la mujer periférica, quien se enfrentaba a otras problemáticas dadas unas condiciones estructurales, por lo que se encontraba en una intersección de variables opresoras, así que fue más que necesario generar asentamientos al inte- rior del movimiento que atendieran de forma incluyente, las distintas demandas de género. Por ello en- contramos que dentro del movimiento mejicano existe una vertiente, histórica, popular, civil e indígena. El hecho de que cada vez más mujeres de distintos sectores se sumaran al movimiento preservando una postura propia creada desde su coyuntura ya reflejaban un sentimiento de discordia y al mismo tiempo de denuncia con respecto a ese sesgo encontrado en el feminismo hegemónico (o blanco) que inten- taba posicionarse como ideal universal y que a su vez invisibilizó la opresión de las mujeres de distinta raza, etnia, clase social, preferencia sexual etc. Siendo que esta teoría interseccional nace de la lucha del feminismo negro por evidenciar como “a partir de criterios de universalidad, se reivindicaron los intereses de un grupo (mujeres “blancas”, occi- dentalizadas, heterosexuales y de clase media), lo que marginó las demandas y necesidades de mujeres pobres, inmigrantes y afrodescendientes” (Cubillos, J. 2015) el objetivo de fondo de esta teoría es re- significar las relaciones de poder dadas a partir de distintas construcciones sociales de orden patriarcal, comprendiendo y exaltando el hecho de que cada mujer es oprimida y relegada de distintas formas y por distintas causas, más allá de la tradicional y universalmente conocida; es decir, es una teoría que pone sobre la mesa más causas de discriminación hacia la mujer. De allí que el feminismo histórico, presentaba una incapacidad tanto representativa como argumentativa a la hora de intentar reivindicar derechos, dado que fue construida sobre las mismas lógicas jerárquicas y patriarcales que el mismo feminismo atacaba (Cubillos, J. 2015) Como respuesta a esa inconformidad, mujeres de sectores económicos menos pudientes, y otras mu- jeres menos privilegiadas se encargaron de construir un “feminismo propio” que estuviera adecuado a una cotidianidad real y un poco más incluyente. Asumiendo de facto que, si existía una opresión impartida desde el factor género. Sin embargo, el grado y la forma de dicho sometimiento yacía en la posición socioeconómica que se encontrara cada una, no era lo mismo las practicas patriarcales en las zonas urbanas que en las zonas rurales, (en esta última existía un arraigo más fuerte), así como tam- poco lo era el machismo sufrido por las mujeres de mejor posición económica que el padecido por las mujeres acondicionadas a una clase social inferior. 31 Las mujeres campesinas, afrontan el ser ignoradas por habitar zonas rurales o periféricas en donde difícilmente tienen acceso a derechos básicos de subsistencia como el agua potable, en otras palabras, sufrir el abandono de la administración pública, ya que las pocas políticas públicas emitidas por los gobiernos para subsanar una inequidad evidente, han sido nulas o dirigidas a otros sectores de la po- blación mejicana que no es la rural. Mientras que, por otra parte, las mujeres del sector popular urbano, también deben enfrentarse a las implicaciones que acarrea el habitar en las periferias de las ciudades en donde corren todo tipo de peligros, y en donde también se evidencia como el pertenecer a una clase social inferior impacta de forma distinta a los hombres y mujeres, pues son ellas quienes en medio de disyuntivas económicas se han visto obligadas a optar por la prostitución. De forma simultánea, existían mujeres que consideraban que desde la academia también era excluidas y era complicado influir en ella. 31 Ejemplificándolo con escenarios de violencia de género, mientras que en la clase baja y media es común que estos se propicien en escenarios en los cuales los hombres se encuentren en estado de embriagues (la mayoría de veces producto del resentimiento por esa inequidad y el sentimiento de querer olvidar problemas estructurales) llegando a la violencia física hacia la mujer, mien- tras que en clases superiores es más común la violencia de forma psicológica que física (Lugo, C.).

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