Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe
171 Algunos ejemplos de rasgos medibles pueden ser las huellas dactilares, los escáneres de iris, el reco- nocimiento de voz, los movimientos corporales al caminar, el registro de la temperatura corporal, los patrones geométricos del rostro, entre otros. Mientras más avanza la biometría, más se extienden sus alcances, y es que en estricto rigor, todas nuestras características biológicas y de comportamiento pueden ser potencialmente identificadores biométricos, siempre y cuando cumplan los cuatros requisitos básicos para su utilización, los que son: coleccionabilidad, universalidad, unicidad, y la permanencia del elemento en el tiempo, según lo que señalan Mordini & Massari (2008, citado en Díaz, 2018:6). Complementando esto, la Fundación Datos Protegidos de Chile señala que para que los datos puedan ser registrados requieren ser: medibles, ro- bustos, aceptables, universales y distintivos; estáticos, cuando refieren a características físicas como la forma de la cara o el iris de los ojos; dinámicos cuando se enfocan en patrones de conducta como el modo de caminar, manera en la que se firma; y por último mixtos, cuando se combinan las dos últimas técnicas (Garrido & Becker, 2017:69-70). La biometría por consiguiente, es capaz de generar “plantillas” de todas aquellas personas que sean registradas por medio de los aparatos biométricos que se usen en contextos públicos y privados, como señalan Garrido y Becker (2017:67): “datos personales que necesariamente serán conocidos por otros, es decir, empresas, agencias de marketing, organismos públicos y más podrán saber cuál es el aspecto de mi rostro, cuáles son mis preferencias al vestirme e incluso aspectos más sensibles, como de qué etnia provengo, mi posición política o si padezco o no de alguna enfermedad”. Uno de los elementos que más genera incertidumbre frente a la aplicación de tecnologías biométricas se refiere a que los métodos de registro de información no suelen ser transparentes respecto a cómo esta será almacenada, cuánto tiempo será almacenada, si se transmitirá a otros organismos públicos o privados, o bien qué tanto se puede saber de una persona. El mal manejo de base de datos está aso- ciado a vulneraciones de derechos humanos (DD.HH.) tales como: divulgación no autorizada, vigilancia y rastreo clandestino, usos secundarios ( function creep ), disminución del anonimato, discriminación, vigilancia y represión (Garrido & Becker, 2017:84-87). Es por esta razón que la fiscalización y correcta regulación de los métodos biométricos debe ser un proceso proporcional al grado de innovación que se desarrolle cuando se adquieren e implementan estos sistemas. No obstante, esto último resulta muy difícil considerando el potencial económico de esta industria. Proyectando los alcances de la tecnología biométrica hacia el futuro, un informe reciente de 360iRe- search predice que el mercado biométrico mundial crecerá de 14.900 millones de dólares en 2018 a 42.900 millones de dólares en 2025, es decir, en 7 años se triplicará su valor, siendo un sector econó- mico altamente explotable por gobiernos y empresas, jugando un papel cada vez más importante en el desarrollo de los países (Hersey, 2019). El desarrollo de herramientas de tecnología biométrica y geolocalización para combatir pandemias no es algo actual únicamente, un ejemplo es Flowminder, una institución sueca que colaboró con empre- sas de telecomunicaciones para facilitar datos de geolocalización en baja resolución que se enviaban a epidemiólogos para hacer cumplir los protocolos durante los episodios de ébola en 2014-16, lo mismo que se hace en gran parte de países actualmente, no obstante, la correcta regulación o precauciones del caso no siempre se adoptan (OCDE, 2020g). En el contexto de la pandemia actual, el despliegue de tecnologías biométricas ha sido intensificado; la República Popular China en esto tiene mucho para contar y enseñar. Según Freedom House (2019) China es líder desarrollando, empleando y exportando herramientas de vigilancia. Además, señala que en el gigante asiático existe una “Pólice Cloud” que almacena datos de usuarios de redes sociales, registros de telecomunicaciones y actividades de e-com-
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