Desafíos críticos para Latinoamérica y el Caribe

105 Esta definición de democracia que extiende sus ámbitos de acción, permite traer a colación lo obsoleto de un ejercicio de libertad negativa, es decir, el entendimiento de la libertad como la menor presen- cia de obstáculos e intervenciones, sólo genera, la negación de la condición social del ser humano, y plantea un escenario de desigualdad social: “Si sólo existiesen las libertades negativas todos serían igualmente libres, pero no todos tendrían igual poder” (Bobbio, 1996b, p. 541). De allí la importancia del reconocimiento del ser humano como un sujeto social con una gama de derechos individuales y sociales que permiten entonces, un ejercicio de plena libertad, donde se conjugue los mecanismos formales y normativos con acciones sustanciales en coherencia con los principios protectores de la integralidad del ser humano: además se reconoce la complejidad y multiplicidad de la democracia que abre un espacio para repensar sus alcances (Ferrajoli, 2003). Un hito en el reconocimiento del ser humano como un sujeto integral es la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948. Esta no se debe entender sólo a la luz de un asunto jurídico, paralelamente corresponde a un reflejo de la transforma- ción del entendimiento del ser humano a la luz de unos valores universales (Cerdas, 1994). Este posicio- namiento del discurso de la Declaración Universal de Derechos Humanos también ha implicado un reto en la integración al sistema internacional, en donde, el respeto por la democracia y acciones en miras de protección hacen parte de un proceso de integración del sistema internacional y se ha convertido en apuestas programáticas en la comunidad internacional (Cerdas, 1994). De este modo, hoy parecería indiscutible el vínculo entre democracia y derechos humanos, “la hege- monía de los derechos humanos como lenguaje de la dignidad humana ” (De Sousa Santos, 2014, p.24), sin embargo, el panorama parece advertir sobre una no correspondencia con las banderas y apuestas democráticas en el caso de migración venezolana en la región suramericana; y sus actuales condiciones de parte de la población inmigrante se encuentran en una situación de vulnerabilidad de sus derechos humanos (y demás garantías políticas, sociales, económicas que se suscriben en las constituciones na- cionales). De este modo, los individuos y familias que han tenido que salir de Venezuela por las condi- ciones sistemáticas de violencia y ausencia de garantías, a su llegada a los países receptores, tomando a De Sousa Santos (2014), no se instalan en un régimen democrático, sino en un discurso democrático. Lo anterior presenta un panorama de contradicción a la luz de los estándares democráticos, por una lado, las necesidades que está atravesando la población venezolana, al menos en los tres países se- leccionados, corresponden a condiciones básicas de vida, tales como, acceso a servicios de agua y saneamiento, alojamiento digno, salud y educación. Cabe preguntarse, ¿la actual gestión de los países democráticos ha sido democrática? Teniendo en cuenta que Brasil, Colombia y Perú convergen en la dignidad humana como fin del Estado, su gestión y los instrumentos puestos a disposición aún son de- ficientes porque ponen en peligro la dignidad, libertad y seguridad de la población migrante. Aunque se debe resaltar a Brasil y su apuesta desde un enfoque prima facie, que reconoce la colectividad del proceso migratorio y las condiciones que obligan a tal desplazamiento. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe - CEPAL- (2011) señala que América Latina y el Caribe ha construido una historia intensa del fenómeno migratorio. En la región se ha visto la mul- tiplicidad de expresiones de migración contemporánea: desde procesos de emigración, inmigración, retornos, migración irregular, desplazamiento forzado y la búsqueda de refugio. Si bien el fenómeno de migración es multifacético y responde a diferentes causales, gracias a la conso- lidación de la democracia como mecanismo de deliberación y reconocimiento, se ha planteado dentro de los Estados y en el ámbito internacional en los temas de migración, el enfoque de derechos huma- nos como paradigma en la planeación de propuestas. Este enfoque se ha consolidado como denomi- nador en común en el debate migratorio regional y nacional.

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