Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)
Trabajo / 63 Son prácticas que ponen en acto obras que intentan resti- tuir un lazo escindido o, al menos dañado, buscan trabajar con esas operaciones capaces de hacer posible que un pen- samiento logre constituirse en cuanto tal. Obras donde su realización formal y el trabajo con su recursividad inscriben lo real en el trabajo del pensamiento. Más específicamente, y en nuestra referencia a la escisión, son obras que buscan ins- cribir acontecimientos que se han dado en los límites de la cultura y, por tanto, en los límites del sujeto, no sólo intro- duciendo una pregunta sobre el índice del sufrimiento y los modos de simbolizarlos, sino también refiriendo, tanto en su resolución como en sus efectos, al anudamiento entre lo re- presentado y la representación del acontecimiento extremo. Esa es la razón por la cual, en estas obras, no se trata de pre- sentar una iconografía del sufrimiento o del cuerpo mortifi- cado, ni menos aún de la pura denuncia. Su finalidad, pode- mos decir, consiste en poner en habla, a través del recurso de la forma, un contenido que ha quedado mudo –como diría Benjamin, cuando se refería a aquellos soldados que, al re- tornar de las trincheras con una mirada de mil yardas, eran vivo testimonio de un indecible y de una pobreza de la expe- riencia. Obras que, en su acto de lucidez, incorporan una his- toricidad de la catástrofe y de la destrucción de la experien- cia, dimensionando en su radio táctico aquello que indicara Adorno en relación a un quiebre de la condición humana y su relación al tiempo, al formular su después de Auschwitz. ¿No hablan? ¿Pueden hablar? ¿Podemos escuchar lo que ellos di- cen? Bajo esta tentantiva utópica, hacer-hablar o construir un espacio de habla y de escucha cobrará el sentido de nombrar, en lo que tiene de figurable ese indecible, pero también en- contrará el modo de crear el modo de introducir un pensa- miento que habla con la verdad del suceso, lo cual es muy distinto de hacer una equivalencia simple a esa pregunta para responderla con una porno-grafía de la crueldad. Es lo que nos muestra Goya frente a la crueldad y vileza de los soldados franceses cuando, a fines del siglo xviii, invaden España. Sus 82 grabados, titulados Los desastres de la gue- rra, no sólo dan testimonio de lo inaceptable de la crueldad sino, además, constituyen un acto bajo la forma del juicio que opera en el orden de la verdad. Articula “prueba” y “testimo- nio”, autorizando la facultad de mirar junto con juzgar esos excesos. Estos grabados, no obstante, hieren la sensibilidad del que mira, apelan a un juicio formulado en un destiempo, así como al trabajo de discernimiento, el cual será parte de la puesta en forma de estas obras donde una delgada línea entre imagen y palabra logra ubicar un espacio de emergencia: un lugar para alguien. Algunos nombres de los grabados dicen: “¡no se puede mirar!”, “¡esto es malo!”, “¡qué locura!”. De esta manera, la obra de Goya se constituye en una reflexión sobre el límite en la modernidad, así como respecto del lado obs- ceno y paradojal de la subjetividad, sin ceder ni a lo que la imagen absorbe, ni al texto que oblitera en lo que nombra. Esto enmarca un fragmento de tiempo, de historia, y produ- ce un lugar. Son verdaderas figuras reflexivas que, como lo muestra Todorov, hacen del acontecimiento una forma de la distancia, así como de la distancia un modo del pensamiento. En este sentido, si bien hay diferencias importantes entre las obras contemporáneas de Jochen Gerz, Peter Eisenman o Al- fredo Jaar, quisieramos resaltar con ellos no sólo el modo en que dan cuenta de la “vida dañada”, sino también la manera en que trabajan con la forma de la distancia y con esa distan- cia del pensar. El nombre de cada uno de sus proyectos opera como marco real de algo que está ausente en la obra misma, porque justamente esto metaforiza el asunto mismo de lo que tratan: presentar a través de la forma aquello que está en el límite de lo irrepresentable. En función de esa clave podemos detenernos en el Monumento de Hamburgo contra el fascis- mo (o, más brevemente, Monumento contra el racismo) de Gerz, en el Monumento a los judíos de Europa Asesinados de Eisenman o en las tres obras de Jaar: Proyecto Rwanda, Los ojos de Gutete Emerita y Geometría de la conciencia. Lo que se escinde, lo que nos habla Pablo Cabrera
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