Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)

38 / LAPSOS _ depósito de materiales 2012–2016 Sueños de niños, recuerdos de padres Marta González Un sueño ha llegado a la organización psíquica de una niña. Un sueño que una madre sanciona como tal, desde su función libidinizante sobre su hija. Tal vez recordando su propia capacidad de soñar, aquella madre puede proyectar esa posibilidad sobre su hija y, de ahí en adelante, es posible que esa hija pueda seguir soñando. De hecho, este sueño que ha llegado tiene una historia que le pertenece a una niña de tres años que no podía dormir. Recibo a María acompañada por su madre. María sonríe y parece contenta en este primer encuentro. La madre muy seria, con un andar pausado, toma asiento y habla de manera ininterrumpida de una variedad de temas (locomoción, clima, objetos de la consulta, su trabajo, etc.), menos de su hija. Mientras su madre habla, María toma unos bloques de madera y comienza a armar una plaza. “Yo voy a la plaza ahora, aquí está el columpio…”, señala María, sonriendo. Su madre la interrumpe y, sólo entonces, puede comenzar a hablar de su hija: “Eso es lo que le pasa, no puede olvidarse, sigue jugando en la noche. Se duerme y despierta a cada rato y habla de la plaza”. Desde que era bebé, María no ha podido dormir en forma continua. Su noche incluye una variedad de manifestaciones: un dormir interrumpido, despertar, llorar, reír, llamar a papá, tomar jugo, hablar de los juegos del día y desplazarse a la pieza de sus padres. Al parecer, su vida nocturna no ha encontrado aún los sueños: esos sueños guardianes del dormir. Los niños que sueñan no llegan tan pronto a la consulta. Mucho antes llegan los niños portadores de un frágil dormir, interrumpido, con una vida nocturna que se resiste a inhibir la motilidad, a abandonar y des-investir totalmente el mundo exterior. El dormir de María es interrumpido por las vivencias del día anterior. María no puede soñar con la plaza, es una y otra vez despertada por una vivencia que no logra inscribirse. El día de María, su vigilia, está en continuidad con su vida nocturna. Su dormir interrumpido da cuenta de la continuidad entre su dormir, que intenta ser sueño, y su despertar. Su pensamiento ha encontrado dificultades para transformarse en imágenes sensoriales y convertirse en un sueño que le permita seguir durmiendo. Tenemos, hasta acá, algunos elementos para una comprensión de la dificultad de María en términos del trabajo que realiza su aparato psíquico. Pero esta historia está a medias. Hace falta introducir acá la segunda parte o, tal vez, la primera. La pregunta por el origen de la dificultad para conciliar el sueño nos conducirá a un tiempo singular. “Le ha costado dormir desde siempre. No ha dormido bien durante sus tres años”, señala la madre. Insisto en preguntarle por periodos en que María haya podido dormir mejor, más tranquila. La madre detiene su hablar ininterrumpido por unos instantes. Se queda en silencio, como pensando. María interrumpe su juego con los bloques de madera y mira a su madre muy atenta, como sorprendida de “escucharla en silencio”. Nos miramos con María y digo: “Parece que tu mamá recordó algo”. Entonces, la madre le señala a su hija: “No sé si tu papi recordará venir. Es muy olvidadizo”.

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