Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)

Calle / 21 como la circunvalación Américo Vespucio y el Muro Sanitario de Vicuña Macken- na; trazado fundacional de la constitución biopolítica de la ciudad. Por otro lado se despliega en ella -la línea- todos los usos de suelo posible: agrícola, industrial, habitacional, comercial, zonas mixtas y áreas verdes entre otros; constituyendo una variedad de escenarios urbanos. La línea de vuelo contiene además -su recorrido- dos hitos paradigmáticos en re- lación a las zonas de malestar y felicidad en la ciudad. Por un lado, la penitenciaria Pedro Montt; y por otro, el mall Costanera Center; dos lugares de reclusión, luga- res de encierro o prisión forzada o voluntaria (respectivamente). (…) Cuando nos enfrentamos a las imágenes lo hacemos desde un lugar habitual, un espacio de negociación con la realidad, fundado en un sistema regulado, que for- maliza nuestra relación con las imágenes en el espacio colectivo. La fotografía, en su realismo material, permite transformar y catalogar conceptos y símbolos producidos en este espacio. Su condición como instrumento que hace posible registrar el estado de las cosas, la convierte en un eficaz medio de transmi- sión ideológica. La percepción de la imagen fotográfica como espacio de conflicto, las relaciones que establece con los contextos que la informan, su función esencial en la atribución de valores de cambio, su política; hacen del objeto fotográfico un lugar concreto de tránsito social. Para valorar una imagen como información, re- sulta necesario considerar su condición de producto y su capacidad para ordenar la visibilidad del mundo, en la evidencia de lo real. Las imágenes propuestas en esta edición, se inscriben como documento poético / poiético, que es producto de la tensión que se establece en la vinculación entre los dos contextos a los que pertenece la fotografía: el de la captura de la imagen y el de su emergencia material. Son fotografías que ponen en suspensión el instante fotográfico, a través del cual se manifiesta –más que un objeto específico– una duración; un conjunto de aconteci- mientos de producción y de experiencia. Experimentar la ciudad, es experimentar el mundo . Podríamos decir que ella es el material y el proceso donde se actualiza la experiencia del mundo. La ciudad como lugar – sea real o imaginada – nos permite levantar trazados, establecer referencias y medidas específicas, constituir e interpretar los ma- pas de nuestros recorridos -sean estos propios, sociales o afectivos- como acción de resistencia a una ciudad que crece palpitante, multiforme y fragmentada; con- secuencia de la hegemonía que la voluntad (técnica/ económica/científica) del racionalismo modernizador ha desarrollado desde la industrialización. En sus calles y avenidas, rincones y edificaciones, se en- cuentran también, los lugares que soportan la memo- ria histórica de la ciudad y de sus habitantes; nos en- tregan los contextos que significan vivir en la ciudad. Esta deriva se inscribe y desarrolla a partir de lo que podríamos denominar como Imaginarios fundacio- nales; donde confluyen la ciudad es en sí misma , en- tendida espacial y temporalmente, desde su estructura física y su configuración histórica. Santiago es una ciudad que –constantemente- da la espalda a su historia, construyendo un imaginario de olvido. Una ruptura con el pasado que produce un de- terioro simbólico, social y físico; erosionando el ima- ginario; y que -como consecuencia de aquello- hace erosionar la realidad. Volver a conocer la memoria histórica resulta fundamental, tanto para reconocer y reconocernos en el presente vivido, como para hacer que el imaginario se vuelva una herramienta política, útil para invertir las fronteras -de un espacio divisorio a uno de integración- donde la vida y el espacio com- partido se desarrolle como un lugar de los otros y con los otros. Un lugar de la diversidad , de cultura, de et- nia, de clase, género y edad.

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