Depósito de materiales: (LapSoS 2012-2016)

16 / LAPSOS _ depósito de materiales 2012–2016 so mudo de un interior de cuerpos excluidos y encierro sin retorno que se resiste a ser representado. Estamos también en presencia del tiempo como una bruma in- determinada, no en presencia de la Historia. Si pienso ahora en la Historia así escrita con mayúscula y en sin- gular objetivando ese perímetro escondido tras varios metros de ladrillo: Esa superficie castigada por el tiem- po se sustrae a la experiencia, deja de traer a presencia lo que a la presencia escapa. Conozco la fecha de construcción del muro, sé que se llamaba la Casa de Orates y que antes estaba en el ba- rrio Yungay muy cerca de mi casa (un grupo de la barra de Los de Abajo del barrio se hace llamar Los Orates), conozco el nombre de los primeros directores de la casa, sé que: hasta 1930 las terapias existentes consistían en sedantes como los bromuros, hipnóticos, el luminal, el mercurio y yoduro de potasio para tratamiento de la sí- filis y antimaníacos como el opio y la morfina. Los trata- mientos físicos comprendían electroterapia, la contención física, el aislamiento y los abscesos de fijación. (Datos ex- traídos de la página web del Instituto Psiquiátrico de Santiago, José Horwitz Barak) Sin embargo, imposible aprehender tantas complejida- des de vidas, una a la vez ya es imposible. Sólo nos queda la experiencia del muro que cierra, clausura y esconde, al tiempo que nos deja intuir de forma inespecífica ese tiempo de muchos, un tiempo no cronológico, sino la experiencia simultánea de la ausencia, pérdida, padeci- miento y desaparición acumulándose capa sobre capa hasta conformar -cuando somos capaces de detenernos unos instantes, sólo algunos minutos en silencio y mi- rar- una veladura densa de tiempo y vidas… Un susurro, eso que siempre será nada más que un susurro. (…) La experiencia de la calle implica la vieja discusión entre acontecimiento y la narración. Uno de los pro- blemas o incongruencias que se plantean en dicha oposición de palabras es la incapacidad de dar cuen- ta o materializar en un grado más o menos objetivo el acontecimiento de la calle, de una experiencia, obra o gesto que la aborde… Hay ahí una especie de pugna de privilegio, el de la experiencia que se agota sobre sí misma, lo que Bachelard llamaría el hielo de un instante y que quizás pervive en el lugar de una me- moria brumosa plagada de ruinas ficticias, y el de la narración, la interpretación, la puesta en valor en un tramado de lenguaje y finalmente la inscripción en un sistema artístico o teórico reflexivo que muchas veces sólo se remite endogámicamente a si mismo.

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